¿A qué venimos aquí?
¿Cuántas veces añoramos el momento en el cuál podamos cumplir nuestros sueños y las condiciones que supuestamente requerimos para ser felices? Y mientras estas llegan sufrimos, nos quejamos y lamentamos casi todo el tiempo.
Tantos planes, tantas metas y objetivos que por su forma efímera se han disipado en la cruda argamasa de la vida. La realidad que nos rodea es reflejo de nuestro mundo mental.
Tal situación se refleja en nuestro accionar en la Logia. Parafraseando a Hermes Trismegisto, de un masón se puede decir que “Cómo es Adentro, es Afuera”. En ese aspecto y en un acto de reflexión muy personal es que doy paso a estas líneas esperando que nuestra madurez y capacidad de sustraernos un momento de nuestros apegos y emociones, nos permita reflexionar de manera profunda y dirigida hacia la armonía y trabajo en equipo en la conformación, planificación, alcance y retroalimentación positiva de objetivos comunes.
Creo que la totalidad de los masones hemos ingresado a nuestra Antigua y Honrosa Institución con la esperanza de acrecentar las posibilidades de alcanzar nuestros sueños. Sin embargo, veo entre nuestras columnas a hermanos cada vez más infelices, veo que venimos a trabajar a fuerza. Veo que algunos que agobiados o inconformes, se liberan de una carrera de ratas sin fin, pero sin que quede más que la lección.
Se sigue confiando en que en conjunto podemos más que personalmente.
En lugar de resultar una experiencia cautivante, enriquecedora de principio a fin, la hemos trocado en una larga sucesión de rutinarias y conformistas sesiones, que lejos están de acrisolar nuestro espíritu y mucho más cerca del soporífero regreso hacia el mundo profano con las manos vacías.
Estamos trabajando mínimamente por conservar la tradición tergiversada, pero más aun: como Masonería Light, que han tenido a bien denominar como “club caro”, hemos creado conciencia de clase: nos hemos reproducido a nosotros mismos, obteniendo lo que necesitamos del medio y modificando las condiciones orgánicas del sistema para maximizar nuestro beneficio aportando el mínimo de recursos e insumos.
Escasamente apoyamos el ingreso de membresía, exceptuando aquella que reproducirá las condiciones que inconscientemente hemos visualizado.
Hemos incluso llegado a la aberración de “descansar” de la masonería en vacaciones, siendo que cuando es época de trabajo, argumentamos que tenemos muchas ocupaciones para no asistir. No trabajamos, nos acomodamos el calendario, con unas llamadas boicoteamos el trabajo de los hermanos y después con un cafecito sellamos el pacto.
No puede ser posible que nuestros queridos hermanos tengan oportunidades de reunirse reiteradamente entre semana y no puedan asistir con ánimo propositivo a la Logia. O al menos que estemos haciendo masonería en el lugar equivocado: nuestros Landmarks, Constituciones, rituales y usos y costumbres y demás aparecen como medios para demostrar que la masonería se trabaja esencialmente en el Templo, Taller o Logia, como le gusten llamar.
Basta ya! Hay que salirnos de esta rueda que lleva varios años y que no ha dejado más que desolación y apatía, acompañadas de una gran cantidad de deserciones de personas decepcionadas de lo que han visto aquí, a la par de algunos grupúsculos que prefieren alejarse una vez que dejan de obtener lo que solían extraer del grupo.
Quisiera que todos en conjunto podamos experimentar e intensificar esta experiencia vivificante denominada masonería.
¿Quién de nosotros no se ha equivocado en esta vida?
Recuerdo casos tristemente célebres al respecto. Se de que la gran mayoría de nosotros tenemos una doble o triple vida: tenemos amantes, hijos regados, tenemos vicios fuertes como el alcoholismo, el tabaquismo, la masturbación, acosamos mujeres para tener tratos sexuales de manera recurrente, no nos ganamos lo que comemos con el sudor de nuestra frente y nos dedicamos a parasitar de las instituciones, empresas y personas que nos mantienen. No estudiamos, no nos preparamos. Buscamos en la confrontación y en los alegatos, en el sofisma, la ironía y el sarcasmo, en las componendas bajo la mesa, en la puñalada por la espalda, conseguir lo que nos resulta imposible por medios naturales, como nuestra Liturgia y nuestro Libro de la Ley nos imponen: el trabajo duro y virtuoso y la acción creativa congruente y deliberada hacia la consecución de una Gran Obra que aun no parecemos conocer.
Es lamentable que incluso en ocasiones que hemos hablado de manera fuerte, no hemos sabido pedir una disculpa ni rectificar. Todo el mundo sigue de largo, tropezándose sin amabilidad con los hermanos que deberían recibir apoyo y nuestra mano abierta y franca.
Eso me preocupa, porque observamos la incapacidad de reconocer nuestros errores, aunada a la dificultad de ser suaves con el hermano en el error. Observo a la vez, desinterés y apatía por nuestros destinos individuales.
Aunado a esto, se ha convertido a la experiencia de ser Venerable Maestro, en un juego de poder, lejos de la capacidad de dirigir nuestros trabajos por una senda productiva. Lo preocupante no es el hecho de que exista un tirano en Oriente, sino el hecho de que el resto de los QQ:. HH:. hayan osado intentar cobrar la factura por tal “distinción”, buscando legitimar una corrupción moral que escandalizó a más de algún Q:.H:. que duerme el sueño de los justos, cuando en su momento se le invitó y presionó para asistir a un burdel el día anterior a su matrimonio. Otros… simplemente preferimos casarnos en secreto.
Todo ello, nos trae remordimientos, otras nos causa nostalgia o nos entristece profundamente. Con todo, no podemos quedarnos recriminando o hiriéndonos por los errores o pecados del pasado. Lo que pasó, pasó. Lo que importa es vivir el hoy; asumir la vida que tenemos ahora; evitar las fallas del pasado para construir un futuro mejor.
Bajo este esquema se observa que solamente estamos obteniendo aquí lo que deseamos. Pero es momento de construir, es momento de realizarnos una serie de preguntas:
Cuáles son las maneras de aportar algo positivo al grupo?
- Qué estamos aportando al grupo?
- Qué esperamos recibir a cambio?
- Por qué no están resultando las cosas que se hacen?
- Qué buscamos con nuestros argumentos expuestos para limitar a nuestra Logia?
- Por qué no trabajamos?
- Por qué yo no traigo trabajos, ni preparo conferencias, ni proyectos, ni invito profanos?
- Por qué me da pereza asistir y participar?
- Por qué postergo mis compromisos masónicos?
- Qué me limita para poder ser una persona más comprometida con el grupo?
Qué somos?
Definitivamente somos mucho más de lo que creemos; valemos mucho más de lo que nosotros mismos pensamos. Tenemos capacidades que no conocemos aun Somos capaces de muchas más cosas, si realmente nos lo proponemos. Tenemos mucha más inteligencia de la que realmente utilizamos y aprovechamos. Empero surge la pregunta: ¿Cómo puede un estudiante de la masonería determinar sensatamente cuánto servicio debe prestar actualmente a la Fraternidad Masónica y cuánto servicio a su propio desarrollo? ¿Cuánta obligación a la familia, trabajo, etc. debe ser sacrificada para este fin?
Para ello necesitamos concentrarnos en vivir cada momento de la mejor manera. Decidamos que no daremos entrada a nuestra vida a la violencia o al malestar con el que otros viven la suya. Restemos importancia a los pequeños eventos que se presenten de forma inesperada y concentrémonos en resolverlos de la mejor manera.
Dejemos de pelear por pelear. ¡Ya no nos desgastemos más! Y mucho menos por situaciones o cosas que no dependen de nosotros mismos, que están en manos de otros o que no tienen nada que ver con cada uno de nosotros. Vivamos la Masonería de manera personal y compartámosla grupalmente.
Dejemos de esperar. Las condiciones óptimas que esperamos para disfrutar de la vida pocas veces se dan y el tiempo pasa demasiado rápido para quedarnos esperando. Eludamos la Blasfemia, el Insulto y la Diatriba. Cuando somos insultados, provocados o acusados injustamente debemos responder con el silencio. Si respondemos de la misma forma cuando somos víctimas de la blasfemia, nos igualamos con aquellos que nos insultan, rebajando nuestro nivel. Cuando nos encontramos con personas que nos quieren incomodar derrumbar u oprimir, debemos enfrentarlas con calma, evitando cualquier confrontación. Frente a la envidia y el odio de otros no debemos responder igualmente con odio y envidia, sino con corazón abierto y alma compasiva, ofrecer nuestra amistad y mostrarles nuestra intención pacífica, demostrando así, con educación, nuestra superioridad. Si alguien lo insulta y difama, no se enoje con quien lo provocó, sino acuérdese de los beneficios que esa persona le proporcionó en el pasado y sea agradecido por eso. Principalmente, no se olvide de que en el fango más inmundo crece la impecable flor de loto.
Debemos hacer florecer la caridad en nuestro Templo Interno, y compartirlo generosamente en nuestra Log:., Además es de saber que la diferencia de bienaventuranza se deberá únicamente a la diferencia en caridad y no en comparación con otras virtudes, para salirnos de esta masonería descafeinada y poco comprometida, que mucho perjuicio nos hará si queremos continuar viviendo de esta manera.
Frat:.,
Or:. de ___, a 18 de abril de 2006, E:.V:.
Masón de Pants
Venerable Maestro de la R:.L:.S:.
Es Cuanto!
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