miércoles, 20 de mayo de 2009

La Muerte Mental.

“Quien abandona la idea, pierde”

Benito Pablo Juárez García.

 

Este trabajo es realizado dada la reciente festividad de día de muertos, que evoca un tema que aparece reiteradamente en el sendero del iniciado, desde el momento en que decidiendo nacer sabe que tendrá que destruir un mundo confortable, conocido y seguro.

En nuestro universo conocido, existen pocas cosas tan plásticas, metamórficas  y  poderosas como la mente humana. Por si sola ha sido capaz de generar ideas que han destruido civilizaciones enteras.  De por sí, la muerte -entendida como el cese de los signos vitales- es un acontecimiento ineludible, que puede ser catalizado o postergado por el empleo de las facultades que posee nuestra mente. Así como constantemente se reconfiguran las sinapsis en nuestro cerebro y simultáneamente mueren las neuronas,  el plano mental, el de las ideas que se convierten en imágenes que nos propulsan a modificar nuestro destino, está en constante movimiento, siendo muy sutil y delgada la diferencia entre un genio y un mediocre.

Ante tal escenario, no concibo otra muerte mental sino aquella en la que dejan de fluir los pensamientos creativos y se cede el control de la voluntad: al momento en que mi mente deja de crear, de concebir, de imaginar lo teóricamente plausible pero aun no conocido por mi, d e esbozar, de calcular, de imaginar, de anticiparse, de recrearse, está en peligro de arribar a la muerte mental, ahora definida  como el final de la inercia que nuestros pensamientos cotidianos nos habían marcado, convirtiéndose en un lastre que la aplasta. Visto así, la mente más viva es la que menos recuerdos sin asimilar conserva, manteniendo más espacio para el análisis de la realidad, que concentrándose en guardar en la memoria, parte pasiva de la inteligencia que si bien ayuda, también puede servir de anclaje para cuestiones propias de otros planos.

El descanso de la mente en ocasiones parece ser necesario, aunque nunca hay maneras de lograr definirlo, sólo parece ser señalado por la saturación de ideas que impiden avanzar. Sin embargo, considero que tiene mucha relación con el cansancio físico, que para una actividad determinada, es mayor en aquellos que tienen poca condición física. El continuo ejercicio de la misma, logra resultados insospechados en personas que podrían haberse calificado como poco inteligentes. Ante ello, la tenacidad y perseverancia producen resultados incalculables.

El estado contemplativo, extático del que hablan tradiciones como la budista, parecen alcanzarse cuando se liga la mente individual con la divina. ¿Eso es una muerte? Hay quien dice que es el religar absoluto, supremo, el logro de la plenitud. Lo desconozco.

Lo que es cierto es que en los planos superiores o más sutiles, hay mayores posibilidades de adquirir conocimientos, de la misma manera que primero se concibe una casa antes de ser construida. Asimismo, si la casa es destruida, la idea permanece y podrá servir de guía N veces para ser reconstruida a su imagen y semejanza. Asimismo, en el plano astral, una sensación que perdure puede originar efectos en el cuerpo humano, ocasionando enfermedades o incluso, la muerte.

En el plano mental, se manifiesta con mayor poder lo descrito para los planos físico y astral, lográndose mayor poder sobre los anteriores, y colocando al servicio de los planos superiores lo que se vaya a realizar.

Pero morir por la idea, morir físicamente por la mente, es innecesario si en verdad se está trabajando con la plena conciencia de lo que se realizará: es decir, respetando las Leyes de la Naturaleza y recordando la máxima que enuncia “mente sana en cuerpo sano”. Una mente enferma difícilmente permitirá que se establezcan y sostengan las condiciones de salud necesarias para perdurar en plenitud de facultades de nuestro cuerpo físico.

En estos talleres se aprende cuan  necesario es morir por la idea para alcanzar la inmortalidad, como menciona un lema masónico. Sin embargo, conforme nos adentramos al análisis de tal encomienda, nos damos cuenta de que la verdadera muerte por la idea consiste en muchas pequeñas muertes que no necesariamente implican  nuestra partida al Et:.Or:. Lograr ser congruentes  implica mucho esfuerzo mental, más que cualquier otro tipo de labor.

En la batalla de la vida, el vencedor es aquel que  domina su mente para materializar una idea que cuente con tal vigor y recursos que nada la detenga hasta alcanzar el objetivo  preconcebido.

¡Vincere aut Mori!

 

Or:. de ___, a 11 de noviembre de 2008, E:.V:.

 

Frat:.

Masón de Pants

¡Es Cuanto!

No hay comentarios: