domingo, 25 de noviembre de 2012

La Mónita del Gr:. 32°, Subl:. Pr:. del R:. Sec:.

En esta Col:. Gr:., el objetivo es desglosar el concepto de Mónita y en particular, el contenido, enseñanzas y líneas de acción para realizar propuestas para nuestro desarrollo masónico a partir de la Mónita del Gr:. 32°, Subl:. Princ:. del R:. S:. Recordemos que una mónita es un esfuerzo compilativo que  busca encerrar en una sola frase las enseñanzas de un Gr:., lo cual es orientativo, pero definitivamente jamás limitativo. La mónita del Gr:. 32 a la letra dice:

Grado XXXII. Soldados de la luz, de la libertad y de la razón pura: el pueblo y la masonería.
Los trabajos tienen por objeto el desarrollo del poder colectivo de la Orden; se de muestra en ellos que el porvenir de la Mas:. encierra el porvenir de la humanidad, y que reclutar masones entre los mejores y los más poderosos, organizar por todas partes talleres masónicos y asegurar siempre la cooperación armoniosa de todos a la realización del sublime fin de la Mas:., es prestar a la humanidad los más gloriosos y los más importantes y señalados servicios, dignos de muy justa y muy calurosa alabanza.

En ella, es más que evidente el triple uso de la palabra “soldado”, que debe de ser revisada y analizada a fondo, porque la referente marcial en todos los Ggr:. Mmas:. está presente, pero generalmente hablamos de “Caballeros” y de “Tenientes”, sin haber pasado jamás por ser conscriptos o soldados rasos. Es el momento de entender que en lo llano de la palabra radica el misterio de ser un servidor, defensor y apóstol de los altos y nobles fines que nuestra Or:. persigue. Para su análisis, considero que la mónita del Gr:. 32 puede desglosarse en estos cinco puntos.

Soldados de la Luz. La luz es así descrita como energía con dualidad cuántica que ilumina y muestra la verdadera esencia de la realidad a todo aquel que tiene ojos para ver. De nosotros depende asumir ser soldados auténticamente o quedarnos en ser admiradores e incluso charlatanes de la luz, la cual reflejamos con espejitos, que vendemos a los menos ilustrados para obtener beneficios que saciarán nuestras bajas pasiones.

Soldados de la Libertad. La libertad humana, jamás desbastada lo suficientemente bien, siempre mal entendida e incluso habiendo sido un estandarte para efectuar las peores atrocidades, guerras y atropellos. Vector de fanatismos y catalizador de atropellos, el valor que nos da nombre como “liberales” ha sido prevaricado incontables ocasiones. Sin embargo, por ello es que debemos de entregarnos al estudio de las libertades humanas, de los derechos y obligaciones que contraemos cuando pretendemos ejercerlas, así como todas las responsabilidades que nos son intrínsecas por el hecho de haber nacido seres humanos.

Soldados de la Razón Pura.
  En pocas ocasiones se ha abordado este tema, ya que encierra conocer sistemas filosóficos enteros, por lo que no es fácil opinar al respecto. Lo que es claro es que deberíamos de conocer a qué se refiere el término por lo menos, partiendo etimológicamente  de que el término “razón” es sinónimo de pensamiento. Entonces, ser un soldado de la razón pura implica forzosamente ser constituido como tal no a base de entrenamientos militares, sino razonando, es decir, ejecutando el proceso necesario para alcanzar la pureza de nuestros procesos mentales en los que nuestras pasiones, emociones y sentimientos participen lo menos posible. Cuando se posee una inteligencia cultivada, estos factores propios de seres humanos poco civilizados aparecen en escasa proporción y son bien controlados por el soldado, que deberá de ejercer hacia sí mismo el monopolio de la coerción y limitación, siendo así que el proceso del raciocinio se da de manera natural y brinda los mejores frutos al resolver problemas de toda índole.

El Pueblo y la Masonería. La estrecha relación que debería de haber con la colectividad humana ha sido materia de incontables análisis. Elegir a los mejores hombres para ser iniciados en la Mas:. responde a  un asunto de conservación de la misma: si se inician a los peores o a los mediocres, no se puede esperar obtener grandes resultados, máxime las enormes responsabilidades que descansan sobre nuestra espalda, tal vez superiores a nuestras fuerzas vitales. Por otra parte, servir a la humanidad a través del ejercicio cotidiano de nuestros preceptos masónicos, de vivir haciendo masonería en cada paso que damos es lo deseable. Sin embargo, en muchas ocasiones escindimos y decimos “hágase la profanidad en el patrimonio, hijas y reputación de todos los demás mortales”, por ello adquiriendo pésima fama, ya sea por conspiración, por elitismo o por llana omisión e indiferencia ante las miserias del pueblo, un pueblo que debería de ser tratado con mucho más cuidado en nuestra concepción, ya que se trata de seres humanos, con rostros, nombres, sufrimientos, esperanzas y anhelos. Por ello, en la medida de nuestras posibilidades debemos de comprometernos a ser soldados del pueblo, a través de la libertad, de la razón pura y de la luz que hemos logrado pergeñar en nuestra carrera masónica y por extensión, en nuestra existencia.

El Poder Colectivo de la Orden. Nuestro poder al servicio de la humanidad es el sublime fin de la Masonería.  Es un tema que también ha sido excesivamente hablado y muy poco operativizado. Nos hemos alejado de encabezar los  movimientos sociales, por grandes o pequeños que parezcan. Han hecho suyos nuestros preceptos organizaciones tan variopintas como los sindicatos magisteriales, la Antorcha Campesina y los movimientos estudiantiles. De nosotros, no se habla sino como en bienvenida de  la toma de protesta de Wilfrido Lázaro Medina,  al último de todos los invitados especiales y con la frase “y a los representantes de las distintas logias…” Representantes, distintas y logias, es lo que hemos logrado mostrar al exterior de nuestros templos. De ahí deberemos de partir, horizontalizando nuestra actividad, radicando en nuestra unión la fuerza, empoderándonos como colectividad mediante el servicio, sin la búsqueda de poder, sino de mejorar indicadores en el desarrollo integral de nuestra entidad, tan desigual, pobre y enconada.

Por todo lo anterior, la mónita de este Gr:. debe tratarse con sumo cuidado,  al igual que no se le brindan perlas a los cerdos, ni tampoco carne a los niños, sino leche. Particularmente por el hecho de manejar la palabra “soldados”, por resultar ambigua ante los ojos de quienes no han vivido una transformación auténtica en su interior, sin comprender a fondo la palabra “luz”, de quienes no conocen la “razón pura” ni la pretenden ejercer, ya que son presa de sus más bajas pasiones, de sus deseos de prevalecer a costa de lo que sea.  De quienes han visto al pueblo como materia viva para conformarse un séquito de sirvientes debemos alejarnos y fijar nuestras más nobles metas en la totalidad de nuestra realidad concreta con indicadores y metas específicas para poder ejercer lo que decimos en la masonería. La congruencia debe ser el arma del soldado de la luz, la libertad y de la razón pura.

Ccamp:. de Morelia, Michoacán, a 19 de agosto de 2012, E:. V:.
Frat:.

MDP, 32°
    ¡Es Cuanto!   



















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