La vela recobra su curso.
Sé que llegué apagado
Mi vela se encenderá
La luz me es concedida
cera, pabilo y flama
Mi corazón se inflama
La piedra bruta clama ser pulida,
con golpe fiel de escuadra y de cincel.
Mi paso firme busca nueva vida,
por senda recta, ardiente como el sol.
Del templo oculto escucho la campana,
me guía el Arte Real en su compás.
Levanto en alto el alma soberana,
y en mí florece el numen de la paz.
Columna es fuerza, fe y perseverancia,
y el plomo mide el pulso de la ley.
Entre columnas nace la constancia,
y el laberinto encuentra su porqué.
En números y símbolos me anido,
de Hermes sigo el rastro sideral.
Hermano soy del mundo compartido,
donde la luz disipa todo mal.
Soy hijo del silencio y de la aurora,
mi vela arde en secreto sepulcral.
Es cuanto.
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