lunes, 31 de octubre de 2011

Diez Reflexiones sobre el Día de Muertos

A:.L:.G:.D:.G:.A:.D:.U:.
V:.M:.
QQ:.HH:. Pastmasters,
QQ:.HH:. Ttod:.

Una vez más, con el gusto de estar con ustedes de regreso después de una prolongada ausencia, me permito compartirles algunas reflexiones respecto al Día de Muertos, que es una Ten:. Temática y reiterada en nuestra formación Mas:. que se ha convertido en tradición en nuestra R:.L:.S:. y que sin duda alguna ha constituido un sello único para quienes nos encontramos presentes. Sin embargo, en esta ocasión he decidido no hablar de teoría Mas:, ni de escarbar en las entrañas de los más intrincados arcanos de Eliphas Levi, ni buscar con osadía arrebatarle el fuego a la llama de la sabiduría, sino que he preferido volcarme a ver en mi entorno próximo lo que ha ocurrido respecto a una palabra que es cercana, temible, inquietante, pero a la vez atractiva, provocadora de una de las más terribles fuentes de curiosidad. Por ello, comparto las siguientes diez reflexiones que conecto al vuelo.
1. Como hablar de la muerte es situarse en un instante único del insondable proceso evolutivo de la vida, es inevitable para un servidor ubicarme en un punto hace unos años, cuando arribaron mis hijos. Siempre he tenido presente ese momento más como un delicado proceso de definición entre la vida o la muerte que como un milagro de vida, como suele acontecer con el arribo de nuestros hijos. Tal vez las circunstancias difíciles, o mi aun persistente incredulidad ante el hecho de que la vida, a pesar de ser dual, puede ser individual. No puedo dejar de ignorar el número dos y declararme un incompetente aprendiz de padre cuando convivo cercanamente con ellas.
2. La muerte de Steve Jobs, como pocas, ha cimbrado mi espíritu, al darme cuenta de las escasas posibilidades que tuvo inicialmente una persona que fue hijo natural, dado en adopción y desertor escolar. Lo extraordinario es que fue un hombre que a pesar de estar durante años a punto de la muerte, buscaba la belleza con una pasión pocas veces contemplada en la historia de la humanidad. Tal vez nunca fue un artista propiamente, pero fue el responsable de que muchos podamos encender una computadora nueva y la contemplemos en ensueños absortos.
3. En su momento, me impactó la muerte de Luis Donaldo Colosio, en vivo y en directo, acariciando el poder. La conciencia de lo efímero se apoderó de mí, ya que a una persona a punto de ser ungida como el mandatario sexenal se le arrebató tal vez lo único verdaderamente valioso que poseía. Ahora, la recién acontecida muerte de Muamar Gaddafi, quien pasó de ser el más kitsch de los jefes de Estado mundiales a morir como un verdadero paria, golpeado afuera de una alcantarilla, sucio, desfigurado y sodomizado. Tal pareciera, visto así, un reencuentro con su más primigenio pasado, cuando nació en un barrio pobre. O tal vez, podría ser una premonición del próximo estatus que poseerá al nacer.
4. En 2009, Michoacán se ubicó en segundo lugar nacional con 30 mil 798 intentos de suicidio, por debajo del Estado de México en términos absolutos, pero en primer lugar nacional por densidad poblacional., En seguimiento a la estadística anterior hubo 35 suicidios en el primer trimestre de este año, que a Michoacán nos colocan como punteros a nivel nacional. No cabe duda que tenemos los nacidos en esta tierra, una manera muy peculiar de relacionarnos con la muerte. La eterna dicotomía de la cobardía para vivir y la exacerbada temeridad que requiere atentar contra la propia existencia es resuelta por los michoacanos en los resultados ya expuestos.
5. Incluso, la propia forma de delinquir en la entidad ha logrado niveles de violencia inéditos, de tal manera que ha merecido menciones especiales de la Agencia Strafor especializada en temas de seguridad internacional. Hoy amanecimos en los diarios estatales con la noticia de que 16 delincuentes fueron asesinados por las fuerzas de seguridad nacional en nuestra entidad. Transgredir la ley en Michoacán pareciera ser sinónimo de arriesgar la vida hasta las últimas consecuencias. La muerte no debe ser un hecho que pase desapercibido en nuestra entidad ni siquiera para delinquir.
6. El contexto inexorable de los fenómenos de la vida y la muerte, sin duda lo refiere el tiempo, que hoy, por convencionalismo nacional, nos regala una hora más, un tesoro que se acumuló a lo largo del año y que por la madrugada nos permitirá simular que vivimos un poco más.
7. Ser michoacano, en cierta medida equivale a ser una molécula dentro de una olla de presión: en el interior quedarán atrapadas incontables, pero quien logra salir del contexto estatal, se elevará hasta el firmamento. Eso parecen gritarnos el 60% de los michoacanos que obtuvieron medalla en los Juegos Panamericanos, siendo que estamos 6 veces subrepresentados en la citada competición, mientras que las mujeres llegan a estar 14 veces inferiores que el promedio continental. Sin embargo, tarde o temprano, cuando la especie termina la cosecha de los esfuerzos de un individuo que con su último aliento cumplió su ciclo vital, inexorablemente debe de brindar paso a la nueva vida que se cernirá sobre sus despojos mortales.
8. ¿Qué hay más allá de la muerte? – No lo sabemos, pero estamos ciertos de lo que hay más allá de nuestra pereza, de nuestra inacción y de nuestra corrupción moral: está la virtud por alcanzarse, está un mundo que espera por nuestros buenos oficios para transformarlo. Estamos vivos en la medida en la que modificamos nuestra realidad interna y nuestro entorno, y estamos muertos en la medida en la que dejamos de interactuar con él. Por ello, debemos de estudiar con ahínco el programa Mas:. de Pr:. Cam:., para buscar asociar e comprender mejor los elementos que conforman al fenómeno de la vida y al de la muerte.
9. En Michoacán, la celebración del Día de Muertos está estrechamente imbricada con las tradiciones Purépechas quienes la han celebrado con devoción durante siglos, pero no han alcanzado su estatus que deberían de merecerse. En Michoacán habitan cuatro comunidades oficialmente reconocidas por el Gobierno del Estado: otomís, mazahuas, nahuas y p'urhépechas. Estos pueblos indígenas, que a pesar de tener continuidad histórica desde antes de la colonia, se consideran distintos de otros sectores de la sociedad, se encuentran marginados del desarrollo de Michoacán. Asimismo, a la fecha no se han reconocido de manera oficial etnias como los pirindas o matlazincas y mixtecos, de quienes hay testimonios de que siguen habitando Michoacán. ¿Qué estamos haciendo por comprender la celebración y culto a la muerte en nuestro entorno estatal?
10. Por el número de habitantes que la conforman, la región indígena Purépecha michoacana es la décima más grande del país. El purépecha es la doceava lengua indígena más hablada en la nación. En nuestra entidad, de 1970 al 2000 se duplicó el número de hablantes de P’urhépecha. A pesar de ello, en la Región Purépecha, un indígena, en promedio tiene un ingreso per cápita de solamente dos terceras partes que un habitante no indígena. Uno de cada diez indígenas no recibe ingresos por su trabajo. En Michoacán, en promedio, un indígena tiene un año menos de escolaridad promedio que el resto de los michoacanos, con 6.4 años. En ese contexto es en el que nos debemos hacia recordar que debemos de integrar a los más marginados, y hacer conciencia debemos ser promotores del turismo en la región, para contribuir a activar el mercado local.
A manera de conclusión, me permito recordar que debemos reivindicar el Día de Muertos, mostrar respeto ante la devoción ajena y desarrollar la propia e inculcarla a los más próximos, en la medida de nuestros esfuerzos, a invitarnos a nunca dejar de dudar, de mirar con asombro lo que nos rodea. Porque tal vez lo único que nos llevemos cuando partamos sea lo que vieron nuestros ojos, o en el peor de los casos, nada, porque hay quien dice que la verdadera muerte es el olvido, propio y de los demás.

Or:. de Morelia, Michoacán de Ocampo,
Frat:.
M:. D:. P:.

sábado, 9 de julio de 2011

De Mayor

De pequeño me enseñaron a querer ser masón... hoy de masón quiero aprender a ser pequeño, parafraseando a Bunbury

domingo, 15 de mayo de 2011

Lograr el Magisterio


Hay que reconocer qué es ser un maestro para poder partir hacia un buen destino. No basta con señalar los errores ajenos, sino que hay que procurar iniciar con los propios, ya que yo mismo he tenido serios aciertos y tropiezos al pretender ejercer el magisterio. He tenido buenos mentores, no me puedo quejar, he cambiado muchas veces de maestros y conservo otros tantos, puedo darme cuenta de que los he tenido en verdadera abundancia, en todos los ámbitos que he explorado durante mi existencia. Por ello, creo que a esta altura de mi vida puedo discernir cuando actúo como un maestro y cuándo no.

Por ello defino el ideal: un maestro es aquel que nos guía con el ejemplo. Los anti ejemplos no arrastran tan fuerte como el acompañamiento puntual, cotidiano, amoroso, con entrega y pasión hacia el nobilísimo arte de cultivar las cualidades más profundamente humanas en el educando. Buena fe hacia el alumno, fidelidad a la vocación, paciencia, perseverancia, voluntad y muchas otras virtudes acompañan al docente en el apostolado autoimpuesto.

Enseñar no es educar, tampoco instruir. Estas visiones del pasado concuerdan con la enseñanza robotizada que se ha pretendido inculcar mediante una gran gama de modelos pedagógicos, de los cuales se ha convertido en pasto fácil la institución masónica, por la abundancia de similitudes con las organizaciones militares y la marcialidad incluida. La defensa a ultranza de los antiguos usos y costumbres ha impedido en buena medida el uso de las nuevas tecnologías de la información y comunicación, de estrategias pedagógicas modernas y demás auxiliares que robustecen el proceso de enseñanza –aprendizaje, por supuesto, que redundarían en sesiones más ejecutivas y productivas. Al respecto he de decir que lamento contradecir a más de alguno pero no es robotizando ni marcializando como habremos de mostrar el mundo masónico a los neófitos. Por estas razones hay muchas personas que prefieren dirigirse por sus propios medios en la vida, ya que han vislumbrado en carne propia la falta de resultados que brindan los sistemas tradicionalistas.

Un maestro definitivamente es aquel que se prepara. Es aquel que independientemente de cómo haya logrado obtener el grado de maestro, en cuanto se da cuenta de su responsabilidad se prepara, se anticipa y les comparte lo mejor de sí.

En lo particular guardo recuerdos de un autodenominado “maestro de ajedrez” que hace algunos ayeres conocí, quien era un conserje necesitado de dinero que logró convencer al director de que se le asignaran algunas horas a la semana como “maestro de ajedrez”. Tras algunos ridículos en competencias, sus alumnos aprendieron por sí mismos como para derrotarlo despiadadamente una tras otra ocasión. Tal fue la pedantería con que se dirigió el profesor hacia ellos durante el tiempo que duró su precaria superioridad que lo primero que exclamó el adolescente irreverente al brindarle certero jaque mate fue la palabra “maestrucho”, que derivó en “maistrillo” y demás epítetos que le hicieron descender públicamente de la palestra a la cual se había encaramado. Tiempo después, los propios alumnos solicitaron su baja de la institución. El proceso completo que les narro demoró aproximadamente dos semanas.

La lección que visualicé fue que podemos engañar a nuestros superiores, colegas, a nosotros mismos incluso, pero a los alumnos, muy poco, de hecho, nada. Evitemos ser maestros mediocres y más en la masonería, tanto quienes ya lo son como quienes estamos formándonos para algún día serlo.

También recuerdo a los profesores de educación física que en la escuela primaria pateaban un balón de futbol a media cancha, trasladándonos eufóricos tras el esférico y deviniendo ello en una clase de balompié. Es inevitable comparar tal abominable acción con lo que realizamos al soltarles la retahíla de trabajos por realizar a los neófitos, a lo sumo acompañada de algunos archivos PDF ó bibliografía impresentable, pero cuidadosamente evitamos comprometernos a ofrecerles nuestro tiempo y energía en el burilado y análisis de los temas que los conformarán como masones. Después, no nos preguntemos por qué los Ss:. de Pprop:. de nuestras Llog:., están siempre llenos de plagios y de monografías con escaso contenido reflexivo.

Por ende, un maestro silente, pasivo, transaccional, ambicioso del salario –simbólico y material-, tacaño y absorto en problemas personales no es el más deseable. La pasividad no suele ser compañera de la innovación, del liderazgo y de la exploración, características innatas del buen docente, grado que es sinónimo de generosidad.

Sin embargo, las nuevas concepciones pedagógicas han vuelto más hipócritas, zalameros y ladinos a los malos profesores, quienes llenos de un lenguaje emotivo, vívido, cálido, seudo fraternal, de falsa ternura, que simplemente sitúan a los educadores como prevaricadores de una profesión y apostolado que en otras naciones es el máximo honor al que puede aspirar un ser humano.

En particular, abundan en las escuelas privadas, en donde se dirigen hacia nuestros hijos con un lenguaje primitivo, muecas que atisbando aparentan ser sonrisas que dejan salir estentóreas, alargadas y lentas vocalizaciones. Sin duda no tardarán en ofrecernos asesoría privada a cambio de algunos pesos o en ámbitos masónicos en abandonarnos a nuestra suerte prefiriendo a algún aprendiz más poderoso si consideran que –como me dijo un masón en mis primeros pasos - “aun no eres nadie”:

¿Y nuestros hermanos menores cómo calificarían a sus mentores, a sus ejemplos de congruencia, sabiduría y bonhomía? ¿Superaríamos la evaluación? ¿Y cómo calificaríamos a los aprendices? ¿ y a los compañeros? ¿y a los demás maestros? ¿ y a las demás logias? Porque somos los mejores, me han dicho. Pero esto solamente se logra evaluando y comparando, para exacerbar nuestro egotismo. Entonces ¿evaluamos ó no evaluamos? Sugiero que si, con criterios universales, a manera de autoevaluación, de búsqueda de nichos de oportunidad en los cuales se pueda sembrar la calidad futura.

Evaluémonos con el criterio de a cuántos hombres hemos alejado de los vicios e imperfecciones, de a cuántos hemos invitado al ajefismo, a la masonería, varonil y femenil, en este y otros Oor:., al filosofismo, a subir de Gr:., a desbastar y burilar, a asistir, a hacer beneficencia. Ser maestro requiere tener qué compartir.

Reprobar, juzgar y sentenciar no sería justo, porque el buen maestro no busca llegar solo y de prisa; sino que busca llegar con todos y a tiempo. El buen maestro vive lo que predica y se acerca a los demás para ayudarlos. Comprende que educar es permitir que florezcan las mejores cualidades humanas de sus pupilos -etimológicamente “sacar de dentro”-, y que al final del día, al terminar el curso, ninguno falte.

Maestro no es aquel que rebaja la cuerda para que los alumnos fácilmente accedan a grados superiores, ni el que con prontitud y celeridad pide prebendas para el alumno influyente, susceptible de ser extorsionado en el mundo profano. Ha habido casos de hermanos que al no dejarse chantajear, han sido degradados, dados de baja sumarísimamente y repudiados por sus propios “maestros”.

Maestro es el que explica de viva voz, con sus propias palabras, los conceptos. Maestro no es el que musita palabras anacrónicas de vetustas y polvosas ediciones, sino el que logra comprender la esencia de las mismas y traerlas de manera sencilla, al aquí y ahora de quienes lo escuchan. Si esto falla, falla el maestro.

Ser maestro sin tener alumnos, sin tener a quien compartirles, simplemente implica pretender ostentarse como tal en el sentido etimológico de ser más que los demás, lo cual reduce irremisiblemente la concepción y la condena al olvido y al fracaso absoluto, con el respectivo dispendio de recursos que ello implica. Entonces solo podemos ostentarnos racionalmente como maestros si tenemos aprendices, si tenemos compañeros, si hay maestros jóvenes que nos asuman como tales y nosotros les instruyamos. Si el propio maestro joven víctima de soberbia niega al decano, o si el decano ignora al maestro joven, seremos partícipes de la desintegración de un centro de aprendizaje más.

Por ello, no exaltemos a quienes aún no estarán dispuestos a ejercer el magisterio, no les permitamos llegar ahí. Si están dispuestos a serlo, que lo señalen de su libre y espontánea voluntad y que se comprometan a fondo a presentar resultados de ello desde antes de serlo. Y por otra parte, a quienes ya llegamos debemos invitarnos a demostrarlo.

¿A cuántas personas hemos instruido en esta logia? A cuántos ávidos de conocimiento hemos brindado seguimiento para que ingresen? Esa cifra puede ser señal de cuánto hemos abrevado de la masonería y cuánto hemos devuelto. Si la masonería está en entredicho actualmente es fundamentalmente por los hombres que la integramos, particularmente por aquellos que ingresan a servirse de ella, de sus relaciones, a colocarse, a volverse parte de una clase acomodada, creyendo que lo merecen todo y que no deben de retribuir nada a cambio.

Si no lo hemos hecho, reflexionemos y procuremos ostentar menos nuestra maestría y retornar al trabajo masónico con más ahínco que nunca. El silencio es un gran consejero, ayuda a organizar nuestras ideas y a contemplar la obra que hemos construido. Opinemos menos sin sustento, guardemos más silencio y proyectemos concretamente hasta que logremos hacer florecer lo que nos proponemos colectivamente. La falta de evaluación y de autocrítica limita a informar solamente a los externos y a priorizar otros intereses por encima de la fraternidad.

Por otra parte, ¿cuántas veces hemos fungido como anti ejemplos en nuestra vida? ¿Cuántas veces hemos decepcionado a quienes nos rodean con actitudes plenamente profanas? ¿cuántos de los hermanos que otros maestros han cuidado se han ido por falta de seguimiento de sus respectivos vigilantes ó inspectores, quienes deberían de estar al pendiente de su formación y cuidado, más no lo hacen por razones que solamente ellos conocen?

El maestro debe ser un diáfano reflejo del Orden que ha sido designado para este plano existencial, aunque, en ese periplo, ¿a cuántos hermanos les hemos extraviado su razón susurrándoles sofismas?

¿Cuántas veces hemos aprovechado nuestra maestría para obtener poder, o para engañar a otros maestros menos hábiles sumándolos a lo que nuestros torvos deseos señalan?

Por ello, los invito a que ejerzamos la maestría con ejemplo, no con ostentación fatua e inverosímil, que en la vida diaria la luz del sol desnuda los materiales translúcidos, manifestando la calidad de lo que hemos construido. Siempre el maestro será también aquel que sabe guardar la compostura en los peores escenarios.

Con nuestros hábitos y conductas ¿cuántas vidas hemos iluminado y cuantas ilusiones hemos segado? ¿Cuántos proyectos se han marchitado entre nuestras magistrales manos y cuántas hemos hecho florecer con nuestras amorosas palabras y continuo cuidado? Sopesemos dentro de nuestra conciencia, para que en ese balance comprendamos que es inútil buscar influir en vidas ajenas cuando somos manifiestamente incapaces de controlar nuestro propio cuerpo y ponernos a trabajar a costa de someter nuestras pulsiones traicioneras.

Por ello, asumamos unívocamente que nuestros esfuerzos deben de ser en positivo, impidiendo por encima de cualquier interés individual, material o colectivo que se caigan nuestros campamentos más valiosos, los de carne y hueso. Ya que el maestro es el primero que debe saltar al frente para trabajar de más y con ello poner el ejemplo, es el que debe señalar la manera de burilar, el que deja la tarea en las vacaciones y la revisa de retorno a clases, el que debe de encabezar la organización de los actos cívicos, privilegiando la participación y desenvoltura de los más nuevos, mostrando ante la comunidad de aprendizaje de manera constructivista cómo han ido desarrollándose los educandos bajo su tutela. Asimismo, siempre es el primero que debe preocuparse por los que se han quedado rezagados.

En el ámbito magisterial me he dado cuenta de que hay muchos predicadores, pero muy pocos que son también labradores. Así como Miguel Ángel sacó el David, hay que rescatar nuestras mejores cualidades de nuestro interior. Siempre hay mil maneras de decirlo. Pero hablar de masonería inconcreta es como hablar de ciencias noéticas o de New Age, en la kybalionica costumbre de hablar ampliamente y sin proponer cómo. Para avanzar, hay que ser constructivistas, poniendo énfasis supremo en el desarrollo próximo: en el ámbito educativo no falta palabrería, faltan argumentos.

La prueba está en el mundo profano, con la Secretaría de Educación en el Estado, repleta de aviadores, muchos de ellos, Qh:., Iil, e Iil:. y Ppod:. Hh:. del alma nuestros a quienes ninguno de nosotros ha visto con malos ojos que docenas de generaciones de niños y jóvenes michoacanos se queden sin acceso a la educación que merecen gracias a ellos, porque somos hermanos y obviamos sin corregir sus faltas, con mucha suavidad pero sin ayudarles en su reforma, olvidando los juramentos del tercer y trigésimo grados, de combatir a los ambiciosos y de hacer prevalecer la justicia. ¿Quién le pone el cascabel al gato?

Por ende, sería un error pensar que la maestría se ejerce por decreto, o por investidura. El magisterio se ejerce por la pulsión insondable de acudir al llamado. Por ello, hay que preguntarnos si sentimos la vocación docente, si aún somos capaces de sentir empatía, pasión por nuestros alumnos, o por serlo. Miremos alrededor nuestro: estamos rodeados de discípulos y también de maestros, de auténticas lecciones que están esperando a ser vividas. Debemos buscar por aproximaciones sucesivas ser verdaderos maestros. Cómo nos damos a la tarea de cumplir la frase de la mónita del Gr:. 32º que a la letra dice” reclutar masones entre los mejores y los más poderosos, organizar por todas partes talleres masónicos y asegurar siempre la cooperación armoniosa de todos a la realización del sublime fin de la masonería”. ¿De dónde van a salir los mejores y más poderosos? Sin duda de una evaluación, producto de un proceso de enseñanza-aprendizaje. Si deseamos cuantificar a los más poderosos por sus bienes materiales estaremos incurriendo en una equivocación garrafal, que ya se ha paladeado cuando en diferentes épocas de la humanidad se ha pretendido hacer masones a diputados, funcionarios públicos y personas acaudaladas, siendo el hecho que en la dificultad por transitar y lograr acudir a tiempo al llamado al sendero masónico radica la filia; no en el malletazo ni en la imposición de condecoraciones inmerecidas. No acrecentemos distancias permitiendo el avance de quienes a todas luces aún no están listos. La lealtad y la amistad son virtudes, pero no mérito suficiente para escalar la graduación sin un verdadero trabajo que lo sustente.
Congruencia es la palabra: hagamos masonería, desde el mundo profano, en el ajefismo, en las logias simbólicas, en las logias femeniles, en el filosofismo, en los cargos y responsabilidades administrativas, en nuestro trabajo cotidiano, en nuestra familia, con nuestros hijos, en nuestro barrio, en nuestro interior, con nuestros recuerdos, nuestro inconsciente, con nuestros sentimientos más soterrados, ¡pero hagámosla ya!, porque otra oportunidad de trabajar arduamente para alcanzar el magisterio tal como la de hoy jamás la tendremos.

Ccamp:. de Michoacán de Ocampo,
a 15 de mayo de 2011, E:.V:.
Fraternalmente,


Il:. H:. M.:D:.P:., 32°
¡Es cuanto!

domingo, 20 de marzo de 2011

El Gran Juez Inquisidor Comendador

Este es el nombre del Gr:. 31º del R:. E:. A:. y A:., que hasta donde aprecia mi entender y experiencia, se trabaja poco, siendo actualmente de bajo perfil debido a la propia dinámica Mas:., que jerarquiza las enseñanzas y rituales conforme a una secularidad dinámica.

Sin embargo, en buena lid he de señalar que la lectura de la Lit:. me ha resultado aleccionadora y explicativa de la formación incompleta en que puede incurrir un Il:. H:. que se olvide de estudiar, analizar y sobre todo, practicar cotidianamente los sabios y bienintencionados preceptos que se enuncian en él.

Sea entonces el objetivo de esta Col:. Gr:., realizar una aproximación a los temas de este Gr:. y extender una invitación provocadora a analizar los Ssig:., Ttoc:., Mmar:., Bbat:., Pp:., Ssimb:., Rrit:. y emblemas del mismo.

Por sí mismo, el 31 es un número especial, primo, indivisible salvo entre sí mismo y la unidad. Encontramos que su reducción teosófica es 3+1 = 4, que implica estabilidad, sostén y equilibrio de pares de opuestos. Mismo número que aparece en las palabras que conforman su propio nombre, que analizaremos a continuación.

La palabra Inquisidor, proviene del latín inquirere, que puede ser traducida como aquel que busca o inquiere y se utilizó vastamente durante el Oscurantismo del Medioevo, en donde había distintos tipos de funcionarios inquisitoriales en torno a la estructura de la Religión Católica, a saber: teólogos calificadores, familiares o fiscales denunciantes y alguaciles. Había, asimismo, fiscales y defensores. En tales épocas existieron los siguientes tipos de inquisidores:
Inquisidor general. Era el supremo inquisidor a cuyo cargo estaba el gobierno del Consejo de Inquisición y de todos los tribunales.
Inquisidor apostólico. Era el nombrado por el inquisidor general para entender en los negocios pertenecientes a la Inquisición.
Inquisidor ordinario. El obispo o el que en su nombre asistía a sentenciar en definitiva las causas de los reos de fe.

El inquisidor general o gran inquisidor (Inquisitor Generalis) fue la máxima autoridad oficial de la Inquisición española. El más famoso fue probablemente el español Tomás de Torquemada, religioso dominico.

En nuestro contexto, alejado completamente de las acciones dogmáticas (altamente fanáticas, utilitaristas e irracionales) que solían implementar un proceso penal simulatorio que invariablemente arruinaba la imagen pública de los acusados, la Mas:. del R:.E:.A:. y A:. establece un Sob:. Tribunal en este Gr:., cuyo objetivo enuncia claramente su Mon:., cuyo lema señala que “El Poder Judicial Masónico es un medio, no un fin”, entendiéndose como que la alegoría tribunalicia está referida a formar nuestro criterio en la implementación de un proceso de administración de justicia.

Asimismo, la Mon:. Señala que “Los trabajos tienen por objeto el desarrollo del poder Ejecutivo de la Orden por medio de la administración de la justicia masónica, y la demostración de que la masonería no existe ni existirá en lo sucesivo sino por la fuerza de su dogma y el alto valor de sus enseñanzas” lo cual se concatena con lo planteado en esta Col:. Gr:., salvo la explicación de “Dogma”, controversial ante los ojos de todo liberal, pero que posee varias acepciones, teniendo que rescatar una que a la letra dice que un dogma es “fundamento o punto capitales de todo sistema, ciencia, doctrina o religión", quedando entonces de esta manera, limpia, pura y sin mancha nuestra Mon:. del Gr:.

Asimismo, aparece la palabra “comendador”, que de acuerdo con el diccionario solía ser un título que se otorgaba al Superior de ciertas órdenes religiosas, como la de la Merced. En otro contexto, también se le señala como tal a un caballero que tiene encomienda en alguna de las órdenes militares. Es decir, una misión por cumplir. Por ejemplo, un comendador militar era el cargo que tenía la misión de brindar seguridad militar a los siervos a él encomendados. En este caso no puede ser interpretado sino como una denominación administrativa ( concebida desde la propia etimología: ad minister) propia del último ternario de grados que son colofón del R:. E:. A:. y A:.

La palabra Juez considero ha sido ampliamente analizada durante el resto de la carrera Mas:. de todos los presentes, pero no considero de más señalar que es aquella persona que resuelve una controversia o que decide el destino de un imputado, tomando en cuenta las evidencias o pruebas presentadas en un juicio, administrando justicia.

Entonces un Gr:. Juez Inquisidor Comendador, estará avocado a brindar justicia en el Sob:. Trib:., con base en las evidencias que llevan ante él los Iinsp:. (observación), siendo encomendada tal labor por el U:. T:. O:. A:., con correspondencia espiritual en el M:. S:. interior que habrá de guiarle y elevarle para realizar con dignidad y transparencia tal labor.

Asimismo, la aparición reiterada de los Iinsp:., dentro de las denominaciones brindadas a los Ddig:. en este Gr:. no me es indiferente, y al respecto señalo que inspección proviene del latín "inspectio", que se dice proviene de la palabra speculum, formada de specio (mirar) y el sufijo instrumental (culum), que en nuestro caso se traduce literalmente por "observar" y hace referencia a la acción y efecto de inspeccionar (examinar, investigar, revisar). Se trata de una exploración física que se hace generalmente a través de la vista.

El objetivo de una inspección es encontrar evidencias significativas que indiquen normalidad o anormalidad respecto a parámetros definidos por la normatividad. El inspector es el ordinario ejecutor de tal procedimiento, contando con atribuciones para desempeñar su tarea, redactando un expediente de lo encontrado y brindando un veredicto al respecto de lo sucedido, siempre apegado a la Ley.

En este Gr:., ambos Iinsp:. tienen sobre su mesa una Cruz Ansata o Ansada (conocida como Anj (ˁnḫ) , dibujada como ☥) símbolo de la vida, utilizada desde la cultura egipcia para representar una llave de la vida. También conocida como símbolo del renacimiento, por poseer un Tao alegórico del falo masculino en la parte inferior, mientras que el orificio superior evocaría al pubis o útero femenino. En pocas palabras, el Insp:. posee la capacidad de, con su veredicto, permitir la reivindicación del injustamente condenado ó en su caso, de hacerle pagar la pena justa de acuerdo con su accionar incorrecto.

Asimismo, los Ssig:. son reveladores, al ser el de Or:. mantener las manos cruzadas sobre el vientre, en señal de protección de nuestros centros de energía, evitando externalidades que puedan generar disturbios viscerales que influyan en el buen juicio del Il:. H:. que ostente el Gr:.

El Sig:. de Eq:., que consiste en tener las manos cruzadas sobre la cabeza, con los dedos extendidos y las palmas hacia afuera, no es ni más ni menos que el Sig:. de Soc:. de la Mas:. Simb:., hallándose con ello una explicación de la misma, resultando ser una demanda de justicia emitida por el Q:.H:. que se encuentra en desgracia, sabedor de que la suerte temporal que le acongoja no es precisamente equitativo al resultado de sus acciones, siendo una especie de prueba que espera solazar con el apoyo de los Qq:. e Iil:. Hh:. que se encuentran esparcidos sobre la faz de la Tierra y sin duda acudirán a su llamado.

Finalmente recordemos que en este Gr:.,se abren trabajos en cuanto “aparece el crepúsculo matutino”; para impedir las contravenciones a las leyes de la Mas:., aplicar éstas en todos los casos, estricta e imparcialmente, reprimir los abusos y cuidar que ningún Q:.H:. se aparte de sus deberes. Más allá de las implicaciones astrológicas de tal hora, me parece que al finalizar los Ttrab:. Pprof:., el Gr:. Juez Inquisidor Comendador debe abrir trabajos en su fuero interno y analizar con imparcialidad todas sus acciones, palabras y pensamientos del día, para brindar un veredicto a sí mismo y poder sublimar su conciencia con el ejercicio reiterado de su encomienda.

De la misma manera, los Ttrab:. se cierran “cuando han cumplido con todos sus deberes”, pero puesto que ningún mortal cumple siempre con todos sus deberes y sus trabajos, sólo terminan en la tumba; para que jamás procedáis con injusticia y evitéis siempre todo prejuicio y parcialidad. A ello y mucho más nos invita el análisis y práctica de este noble Gr:., el cual tal vez sea el más elevado de los Ggr:. olvidados en nuestro rito.

Ccamp:. de M, a 20 de marzo de 2011, E:.V:.
Fraternalmente,
MDP:.

sábado, 26 de febrero de 2011

El Secreto Mas:. en el Gr:. de Apr:.

Sin duda, el título de este Traz:. resultará polémico para nuestros QQ:.HH:. que han recibido ya su Aum:. de Sal:., tal vez por el hecho de hablar de un tema que aparece a lo largo de toda la carrera Mas:. y ante el cual es innegable que la Mas:. en sus enseñanzas establece gradualidad. Empero se ostenta como una institución Frat:., es eminentemente jerárquica, privilegiando la meritocracia en los diferentes ámbitos que suele evaluar, como son los Ttrab:. realizados, la antigüedad, estar a Pl:., ser congruente en el mundo Prof:., lograr evidenciar un punto de inflexión en la trayectoria personal a partir de haber sido iniciado, etc. Conforme se avanza por la escala Más:., es lógico acceder a los secretos más profundos. Por ello, es deseable y natural ir conformando poco a poco, desde la Prim:. Cam:. una bitácora de los Ssecr:. Mmas:. que hemos ido alcanzando a develar y que nos han sido útiles para nuestra existencia, así como mantener en claro que estaremos arribando a ellos de acuerdo con nuestro esfuerzo y estado de alerta constante.
De ello se deduce que el Secr:. Mas:. que poseemos siempre está a nuestro alcance y nos brinda interpretaciones a la medida de la evolución de cada uno de nosotros, que debería corresponder al Gr:. que ostentamos, a la antigüedad que tenemos dentro de la Or:., de los cargos de elección que hemos ocupado dentro de la misma y a nuestro esfuerzo individual. En muchas ocasiones se nos olvida lo avanzado y es necesario recordar el camino recorrido. Por eso, es imprescindible seguir trabajando la Prim:. Cam:. durante el resto de nuestra existencia.
La palabra “secreto” proviene del latín “secretus”, del verbo “secernere”, que es reflexivo y significa separar, poner aparte. Esto es, reservar la información, guardar lo más valioso para cuando llegado sea el momento, se pueda acceder a ello. La Mas:., al ser una Escuela de Misterios, una Sociedad Iniciática, debe intrínsecamente guardar los más preciados secretos entre sus enseñanzas para que solamente los más aptos para alcanzarlos lo logren y puedan hacer un uso responsable de los mismos.
Desde esta perspectiva e interpretando la definición, un secreto Mas:. no puede ser entendido sino dentro del campo de la Or:., y en su misma concepción devela su explicación, ya que la masonería es un sistema de símbolos develado por alegorías, que no son sino movimiento de símbolos.
Entonces la masonería es un sistema filosófico oculto por los símbolos y develado cuando éstos son puestos en movimiento, la cual es la manera natural de poderles comprender, interpretar y aislar el secreto para comprenderlo de manera única e irrepetible en nuestra experiencia personal.
En este Gr:., enfocado a despertar la dignidad humana, a lograr control de nuestros instintos y deseos más elementales para poder volcarnos en congruencia de nuestras potencialidades al Tr:., difícilmente podremos hablar de un mayor secreto que el que encontraremos en la Cam:. de Refl:., en donde encontramos lo más oscuro de nuestro ser, la razón de nuestros actos, la naturaleza de nuestras pulsiones cara a cara. En donde no hay hacia donde voltear sino hacia el espejo, en forma de osamenta, de donde deberemos de aprender para corregir nuestra conducta.
Por todo lo anterior, mis QQ:. HH:. los invito a todos a que colectivamente definamos cuál es el Secr:. Mas:. que hemos encontrado en nuestro paso por la Prim:. Cam:., por conocer cuáles son aquellas lecciones irrepetibles, vivenciales, únicas que de no ser por la Mas:. jamás hubiesen aprendido.
Con ello estaremos en posibilidades de seguir viviendo la vida como auténticos Mmas:., que burilamos día a día nuestro camino.

Or:. de M, a 26 de febrero de 2011, E:.V:.
Frat:.

El Medrador.

Al finalizar nuestros Ttrab:. Mmas:. de Prim.: Cam:., cada Ten:., nuestro V:. M:. nos recuerda: “sed pues prudentes, diligentes, moderados y discretos”, que es una suma de hermosas y muy argamasadas virtudes con las cuales podemos perfectamente regir nuestro comportamiento en la vida Prof:. cotidiana. Es una frase que hemos escuchado centenas de ocasiones. Sí, se nos dice hasta el cansancio que lo seamos, pero no nos explican cómo, ni qué significado e implicaciones tiene tal efecto. Entonces fieles a nuestra costumbre, si es que en nuestro espíritu efectivamente ha iniciado el despertar de la duda filosófica, habremos de investigarlo y trabajar Mas:. al respecto.
Analizar tales virtudes por separado, con un enfoque deductivo lleva a darse cuenta que la diligencia es una virtud muy elevada, efectivista, que sitúa al masón en el plano de lo fáctico, que logra que quien la practica haga las cosas sucedan y transforme su realidad con ello, contribuyendo al desarrollo del género humano. Ello, por supuesto, siempre y cuando el masón se proponga realizar una acción cuyo fruto sea un bien ó servicio que logre mejorar el estado actual del entorno que circunscribe al masón. La diligencia es virtud en cuanto es un propósito constructivo.
Asimismo, la prudencia ha merecido muchos trazados previos, siendo una virtud que defino como el arte y virtud de actuar de la manera más conveniente para la colectividad, la Gran Obra y uno mismo en el contexto propicio.
Respecto a la moderación, en su momento recuerdo haber burilé conjuntándola con otra virtud que considero la engloba en muy buena medida: la madurez. En su oportunidad señalábamos que tal virtud toma su nombre del latín “maduratio”, que significa aceleración. Recordemos que la aceleración de acuerdo a las definiciones clásicas de física es el cambio de velocidad de un cuerpo en movimiento medido en la unidad de tiempo. Es decir, extrapolando tal concepción, la maduración en el ser humano estará referida a la capacidad de modificar el ritmo habitual de sus circunstancias. ¿Con base en qué? Sin duda en la experiencia adquirida, en el aprendizaje sobre el proceso de desarrollo durante la propia vida y en la elección, sentido e intuición para anticipar recovecos, atajos y posibles obstáculos en el sendero individual.
Sin embargo, como todo conjunto de virtudes, pueden ser empleadas para avanzar en el sentido opuesto al sendero de la Luz: la prudencia, combinada con la moderación y discreción, con un toque de empalagosa fraternidad y astucia soterrada, muy diligente, puede llevar a generar a un espécimen muy peculiar, que pulula en el mundo profano y que entre los masones es un enemigo declarado. Después de haber pasado años tratando de definir esa especie de conducta, considero haber logrado una aproximación que deseo compartir y pongo a disposición de vuestro desbaste. Le he denominado el medrador.
Deseo aclarar que tal palabra la retomo en el sentido del verbo medrar, que significa crecer, como las plantas en estado silvestre, lograr progreso material. Medrar, crecer como las plantas, a su manera, obteniendo del subsuelo los nutrientes, ó como algunos hombres, recogiendo las monedas del piso. Entonces, un medrador es una persona que se dedica a procurar su crecimiento personal a costa de lo que sea, ignorando, imponiéndose y pisoteando los derechos e intereses de los demás a como dé lugar, siendo el fin en si mismo la acción de acumular, crecer, atesorar ventajas para sí mismo.
Por otra parte, el adjetivo que se origina naturalmente, medroso, es aquel que se preocupa demasiado por las consecuencias de sus actos, entonces permanece en estado de miedo perenne, plagado de excesivo escrúpulo, y dedicado a cuidar en exceso su propio crecimiento y logros acumulados hasta entonces.
Asimismo, existe el autodenominado “reservado”: sí el que atesora su opinión, siendo el extremo aberrante, absurdo y perverso de aquella frase de “el habla es plata, el silencio es oro, acumula la segunda”, que alguna vez en Prim:. Cam:. hace muchos años me señalaran.
Por supuesto, cómo dejar pasar desapercibido a aquel que no opina, el que toma pocas decisiones, el que critica poco, es decir, el hipócrita. Es decir el que tiene poca habilidad para elegir alternativas, y por ello simula públicamente mientras en el fondo está cierto de su decisión personal, oculta cual joya de su corona. La esencia es el engaño per se.
Los medradores son desde la perspectiva de la colectividad inútiles sombras de la inercia ajena, aprenden a fluir con la intención de que se reacomode todo a su favor, sin emprender acciones sino enlazar tejidos en la red a su favor, lentamente con tal de generar una zona de confort de la cual puedan nutrirse con el menor de los esfuerzos.
¿Cómo lograr transmutar esto? Cuando hemos despertado efectivamente en nuestros corazones el sentimiento de la fraternidad humana, cuando hemos definido nuestro camino en lo individual, en lo colectivo y como especie, y nos hemos dado cuenta de que avanzar sin generar bienestar y desarrollo para quienes nos rodean es simplemente derrochar nuestras vidas.
Considero, es lo que más nos ha hecho falta como nación y como entidad: una sociedad más franca y sensible podrá avanzar más rápido, sin trastocar el orden y el mérito que conlleva estar en una posición social determinada, haciendo las labores que se le han asignado de acuerdo a sus propios logros, grados y reconocimientos. Cuando no logramos impregnar los corazones con ese activo intangible tan valioso, es cuando desaparece la meritocracia, la lucha cotidiana, la razón para levantarse temprano y simplemente nos dedicamos a parasitar o a hacer trastabillar a nuestro prójimo.
Malamente, muchas personas que han logrado pertenecer en mayor o menor grado a la impresentable “clase acomodada” mexicana, que después de muchas lisonjas e indignas zalemas han conseguido lo que querían, en lo sucesivo, para no perder su estatus, para no comprometer la palabra y menos aún, la mina de oro, porque saben que difícilmente lograrán otro espacio como el que ya han cultivado mancillando su propia dignidad, constantemente incurren en actuar como mudos, medrosos, reservados, timoratos, temerosos, tibios, acomodaticios, fementidos, aduladores, lisonjeros, ladinos, hipócritas, comparsas, farsantes, maleables, dúctiles, engañadizos, arrastrados, mañosos, traidores y una multitud más de epítetos que el castellano mantiene para ese tipo de conductas.
El objetivo de este Traz:. es precisamente activar en nuestra conciencia este concepto y darnos cuenta de cuando podemos estar en riesgo de incurrir en semejantes conductas y detectarlos en los demás. Yo doy fe de que mis QQ:.HH:. presentes son personas de bien, libres y de buenas costumbres, que están aquí, ahora y siempre en Pie y al Ord:., pero hay que evitar por todos los medios a nuestro alcance que este mal que corroe las entrañas de nuestra sociedad permee en nuestra R:.L:. S:. y en nuestros corazones. Por principio de cuentas, hemos de estar en la certidumbre total de que la masonería no es una red social a usar y aprovechar a discreción. Tengamos mucho cuidado en abrir las puertas de nuestros Ttempl:. a personas que no tengan una buena reputación social ni a incapaces de producir algún bien o servicio. Menos aún serán hábiles para trabajar masónicamente y para brindar sus mejores oficios a los QQ:. HH:. que se encuentren en desgracia. No pensemos en hacer caridad admitiendo a alguien en desgracia, porque tampoco nuestra Log:. es una Corte de los Milagros, ni diván alegórico, ni refugio para eternos tristes, deprimidos, aburridos, vacíos de poder, amargados, fanáticos ni advenedizos.
Las reglas son muy claras: requerimos hombres libres y de buenas costumbres que nos aporten a nuestros Ttrab:. y lamentablemente no puedo dar fe de que todos los que portan un mandil han contribuido a la Gran Obra, debido al estado actual en el que nos encontramos como institución ante el mundo profano. Hago un signo de alarma y les informo a todos: hay medradores al interior. La franqueza es una decisión personal y discúlpenme de antemano el atrevimiento, permítanme disentir y ponerles sobre aviso en el mejor de los sentidos, en plena conciencia de que el famoso silencio de los justos debe de interpretarse como una acción, tal como lo describe la expresión “hacer mutis”. Y yo por esta ocasión prefiero no ejecutarla, se puede ser impecable con las palabras sin necesidad de guardar un inenarrable silencio.
Medrar aprovechando las condiciones sin generar valor agregado, sin emitir luz propia, sin realizar trabajo alguno, es lo peor que puede sucederle a una sociedad y a un ser humano que se ostenta como libre y de buenas costumbres. Deseo de todo corazón que jamás entre nosotros no haya medradores ni medrosos, que se dediquen a preocuparse demasiado en cuidar sus intereses, patrimonio, conocimientos, ideas y tiempo a pesar de haber un Ara presente para verter ingentemente nuestra generosidad. En esta vida, la libertad de conciencia aunada al anhelo de llegar lejos debe de entenderse más en el sentido de generar creatividad, de arriesgar una palabra, que el guardarla infinitamente. En cambio, siempre infieles a sí mismos, olvidándose de su propia identidad, ya que es más práctico no tenerla para poder adaptarse a lo que sobrevenga, los medradores son agiotistas de la confianza. Lamentablemente entre muchos de los dueños visibles e invisibles de este mundo, nos encontramos con verdaderos expertos en el arte de medrar. Contra ellos tendremos que combatir sin perder el porte ni las virtudes masónicas. Hay que asumir contra quiénes luchamos, comenzando por nosotros mismos, cuando pensemos en aprovecharnos del fruto del trabajo ajeno o en desperdiciar nuestros recursos vitales a cambio del placer inmediato.
Indudablemente, la historia y el presente de nuestro país está lleno de héroes y también de medrosos. De quienes adquirieron la mala costumbre de tolerar la bota en el cuello, de quienes decidieron frontalizar o acallar una guerra a cambio de prebendas indignas. El intercambio de favores priva en nuestra nación, en donde sin mérito alguno sino ser medradores les lleva a esta clase social a intercambiarse posesiones, grados, títulos y condecoraciones.
Redoblemos esfuerzos, hemos avanzado sobremanera, y si les suenan duras mis palabras, por favor, permítanme disentir, yo no soy comparsa de nadie.

Or:. de M, a 19 de febrero de 2011, E:.V:.
Frat:.
M:.D:.P:.,
M:. M:.

domingo, 30 de enero de 2011

Apología Luciferina

Hoy en día no cabe duda que una parte del Infierno ha bajado a nuestra Tierra, el caos se ha apoderado del mundo y Michoacán demanda orden. Tal estado de cosas solo puede solucionarse mediante un justo medio entre el azul celeste y el rojo sanguíneo, terrenal. Es un buen resquicio por el cual se posibilita resurja a tambor batiente el humanismo luciferiano. No es aquella turba llena de masiosares, patrioteros ingenuos, prevaricadores, aspiracionales y mediocres, en buena medida masa acomodaticia la que habrá de lograr hacer historia. Quienes habrán de ser el epidídimo de los obeliscos en un futuro, están forjándose burilando y desbastando su piedra bruta, ya sea con o sin mandil. El ejercicio de la mente privilegia y retribuye a los osados que incendian la antorcha y la consumen, encontrando en la búsqueda el óleo inagotable que vigorizará la llama hasta adentrarse en las más oscuras catacumbas de los Hados para retornar, invictos, con la piedra de la Sabiduría en sus manos. Y por ello, con total certidumbre, expreso que ya es el tiempo, impregnados del momentum necesario para pronunciarse en torno a ello.
Tengo muy presente que desde que pisé el primer templo, aquel de mi más temprana edad masónica, supe que estoy en el lugar correcto, en el sendero de Caín, el de la mano izquierda, en el excomulgado de fanatismos, en el que los hijos de la viuda se solazan.
He aprendido a no tenerle miedo a la muerte, a solazarme con el genio de la creatividad que me impele a osar, y a conocer un poco a mis demonios, no son sino los anodinos que se aglomeran cual parvada de cuervos que comen a la sombra de estatuas de cantera, bajo la inmensa cruz catedralicia. A ellos, filosófica y enérgicamente, les declaro una guerra sin cuartel en lo más profundo de mi propio templo.
En tal batalla he aprendido que los verdaderos luciferinos son los poseedores del secreto de la Gnosis, los que saben arquear las columnas y generar el virtuosismo ritualístico. Aquellos que conocen el secreto de la palabra perdida y que, tal como Borges, haga encender la Rosa de Paracelso a voluntad, en su interior, a pesar de que se pierda el poder cuando se exhibe circensemente.
Quien habla no sabe, quien sabe no habla. Y por tal principio sólo callan aprendices entre maestros, y muchos aprendices, simulan maestría ante el aprendiz quien no sabe, pero temerario no eleva su babeta protectora. Para ellos, un ideal a seguir debería ser un discípulo luciferiano, una reencarnación del Prometeo, del angel develador del manto de Apolonio, descifrador de dedálicos misterios, quien mira sin fruncir el entrecejo la caja de Pandora, cruzando las aguas para renacer y nunca mira atrás so pena de cristalizarse, recorrer el camino, grabando columnas, pisando valles, derrotando a los enemigos de la simiente de Caín.
La creación, el arte y la trascendencia están del lado izquierdo del sendero, con tales cualidades que hasta haberse demostrado capacidad transmutadora, aparecen a raudales. Estoy convencido de que en esta tradición florecen las mejores cualidades humanas que nos muestran el cómo conocer el Real Secreto sin ser pajes, sin ser peones de un gran tablero dominado por necios y tiranos. La dignidad, más que una virtud y un valor, es un estado de conciencia.
Ser un masón luciferiano es entender cómo emprender el viaje en una novela caballeresca en la cual cabalgando por la voluntad y la intuición, buscando el ideal en castillos escarpados se pretende liberar el secreto, develarlo, cuidarlo, acurrucarlo mientras mariposea la ígnea naturaleza que nos lleva por la vida, que nos hace romper atavismos, el estado de las cuestiones que no muestran la dialéctica sin antes develar la lógica articuladora. Por ello, somos hombres que no podemos permanecer en el crisol eternamente, estamos hechos para convertir nuestra vida en una apología, para después llegar a escribir una biografía a manera de paradigma luciferino.
Allá iremos, combatiendo a quienes juegan, lucran, medran, se esconden y se colocan con la institución sin comprometerse con la Escuela de Misterios. A ellos les digo, la verdadera masonería jamás podrán conocerla, tocarla, ni vivirla, ni sentirla. La pasión masónica no les pertenece, ni nunca podrán paladear sus más augustos y deleitantes satisfactores que brinda al obrero del Gran Templo. A quienes devotos nos entregamos a ello, el momentum siempre nos pertenece.
29.01.11, E:.V:.
Frat:.