domingo, 23 de mayo de 2010

Ser Estudiantes

Mañana es domingo y en México se celebra el día del estudiante. Aunque sea domingo, no viene la suerte como el Día del Maestro, que casualmente se conmemora en quincena. Ello nos sitúa en una posición un tanto cómoda porque podemos reconocernos como estudiantes a la par que descansamos. Verdaderamente cómodo. Ello me lleva a preguntarme si soy un estudiante, si me concibo como tal o solamente aprovecho la comodidad de estar matriculado en un R:.L:.S:. sin esforzarme por aprender lo más posible y vivir en la ostentación.
Asimismo, me lleva a preguntarnos en la colectividad si somos estudiantes de los que buscamos obtener un grado ó un título a costa de lo que sea o en verdad sentimos pasión por conocernos a nosotros mismos, a la sociedad y la naturaleza y develar sus misterios y arcanos.
Somos electores de lo que decidimos estudiar. En esta Logia no es la excepción, porque manifestamos de nuestra libre y espontánea voluntad nuestra determinación de trabajar desbastando la piedra bruta, que son nuestras imperfecciones y vicios que hemos acumulado por nuestra inacción, ignorancia, malas acciones, pasiones y omisiones. Sin embargo, la vida a diario nos coloca situaciones ante las cuales deberíamos de reaccionar, estudiar y analizar hasta esclarecer las razones últimas que motivan a las cosas para realizarlas.
Esto es, cada nuevo día tenemos una oportunidad de integrar a nuestra personalidad nuevos conocimientos, que serán herramientas utilísimas en la construcción de nuevos conocimientos y del alcance de la felicidad, para los que hemos elegido estudiar este sistema simbólico de moral y filosofía, construyendo una nueva cosmovisión y un propio método de aprender la realidad para desarrollarnos integralmente.

Recordemos que venimos a aprender y educar, no simplemente enseñar ni instruir, sino transmitir y obtener conocimiento vivencial, significativo, extrapolable y verificable empíricamente en esta R:.L:.S:.

Al respecto les comparto que recuerdo mucho un pasaje de “Breve Historia del Tiempo” de Stephen Hawking, el celebérrimo físico, quien confiesa que incluso estando estudiando el doctorado, difícilmente le dedicaba más de una hora al día a estudiar. ¿Nosotros cuántas horas reales al día le dedicamos a estudiar y a conocer nuestra realidad?
Ello nos lleva a preguntarnos cuáles son los paradigmas con los cuales nos enfrentamos a la realidad, que ahí está pero que no terminamos de absorber, entender e interpretar. Si los paradigmas son netamente masónicos, si son humanos, si están cargados de virtudes y buena voluntad, estaremos en el camino de ser verdaderos estudiantes, de lo contrario, seremos buscadores de grados, status y condecoraciones.
Recordemos que en los sistemas escolarizados a los estudiantes se nos supervisa por exámenes, por asistencias, puntualidad, trabajos realizados, exámenes escritos y orales, por nuestras actitudes y aptitudes, por competencias y objetivos. Sin embargo, en nuestro taller, cuando se nos evalúa se nos incomoda, se nos sitúa en un estado de indefensión debido a nuestra escasa formación masónica. Entonces para evitar el proceso de evaluación es más fácil no asistir, dejar de entregar nuestros burilados, ponemos pretextos, dejamos de pagar cuotas y al momento en el cual se nos conmina a continuar nuestro camino encima parecemos ofendernos.

Estudiar es en gran medida la disposición a hacer un espacio interno para la recepción del conocimiento nuevo que habrá de llenarnos de sabiduría, pero ese proceso falla cuando el ego del aprendiz de estudiante no le permite razonar ni ser diligente con sus compromisos mínimos. En ese momento, comenzamos a darnos de baja nosotros mismos.
Toda esta disciplina – recordemos que en trabajos anteriores, la definíamos como las normas mínimas que siguen los discípulos para llegar a ser como los maestros- nos llevará a buen puerto. Por ende, hay que permitir que el programa masónico, que la propia masonería se integre a nosotros y nos sume a la Gran Obra, que es la realización de la evolución de la humanidad en el futuro próximo. Si no somos capaces de hacer ello, si desconfiamos y cuestionamos en la pasividad de la inacción todo lo referido al programa masónico y de nuestros propios maestros y el camino que señalan, poca cabida tendremos dentro de la Mas:.
Hay que esforzarnos cada día para que por medio de nuestras labores estudiantiles podamos tener la visión concreta de llegar a ser maestros en lo que realizamos, sea lo que sea. Y hay que aprender de todos y con todos, para llegar juntos y a tiempo a otros grados, a otras cosmovisiones, a otros estadios de felicidad, como hermanos que somos.
No olvidemos que en la vida nosotros elegimos las materias, porque son completamente optativas y nosotros decidimos cuánto avanzar en la profundización de nuestros conocimientos y experiencia en esta vida. Sólo nuestra propia inteligencia y capacidad nos marcan los límites.
Or:. de Morelia, Michoacán, a 22 de mayo de 2010, E:.V:.

Fraternalmente,

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