“No quiero que se mire como presunción el que un hombre de humilde cuna
se atreva a examinar y criticar el gobierno de los príncipes”
El Príncipe, Nicolás Maquiavelo.
He pretendido evitar emplear vademécum y prontuarios propios de este Gr:., para emplear mejor mi razón en interpretar la realidad y mi contexto, con ayuda de la liturgia y de la mónita del grado solamente. He debido de abordar diversos tópicos que han burilado indeleblemente mi memoria en aras de contextualizar adecuadamente lo aprendido, y por supuesto, de resignificarme y consolidar mi identidad en esta expansión de mi ser en cuanto masón me concibo.
Me he acercado con mis Il:. HH:. mayores para recibir instrucción respecto al primer tema que debo desbastar. Han sido generosos y me han orientado hacia realizar un primer esbozo de las impresiones que tuve con la ceremonia de exaltación al 32º, el cual comparto con mucho gusto con ustedes esta mañana.
Ser Sublimes.
Deseo comenzar revisando el nombre completo del grado, que en inglés es Sublime Prince of the Royal Secret. En castellano la palabra “real” contiene cierta ambigüedad, ya que se puede referir a la realidad ó a lo relativo a la realeza, revisando su traducción me entero de que está referido al secreto Real, relativo a los reyes.
Retornando el camino, ser sublime es definido como algo que sublimina. Descreo que alguien en este momento logre sublimarse solamente de contemplarme como Príncipe del Real Secreto, y con ello entrar en un éxtasis más allá de la racionalidad, tal y como lo sugiere el nombre del grado, pero ostensiblemente, me queda grande.
Dice Maquiavelo que el príncipe natural tiene menos necesidad y razones de ofender, porque ha nacido en pañales de seda. Sólo les debe preocupar mantener el status quo. En cambio, los que llegamos a ser príncipes a través de una larga carrera, tenemos más de iconoclastas, deconstructivistas y de críticos acérrimos.
Por ello, considero que si mi persona encarnara el nombre del grado sería otra persona, una obra de arte viviente. Evidentemente el nombre del grado no es literal, sino que se refiere a ejercer el principado de un reino que no es este mundo material precisamente.
Para lograrlo, me queda claro que si no hay cambios en mi interior, si no aprendo, si no adquiero nuevas competencias, actitudes, valores y virtudes, el único sublimado seré yo mismo, a la manera de Narciso ante su reflejo en el río. Al primer esbozo de lucidez, podría devenir en Dorian Gray y romper esa simiesca ilusión.
Al pasar de estado sólido a gaseoso, la materia, se sublima, cuando pasa a un estado menos denso. En esos aspectos, un príncipe que abandona su estado primigenio de la materia –nótese la alegoría constructora- hacia otro moldeable, etéreo, imposible de desbastar y de poseerse, fluido en el aire, unidad con el soplo divino, es plenamente masónico.
Prepararnos para sublimarnos progresivamente, es lo que ha hecho el sistema de formación masónica con nuestras conciencias, capaces de discernir, de esquivar el mal, pero de comprenderlo y anticiparlo, de desarrollar en nosotros las más hermosas virtudes.
A la vez implicaría ser capaces de sorprenderse con el arte, de ser sensibles, alertas a nuestra realidad para maravillarnos con la obra del G:.A:.D:.U:.,
Y no olvidarse de que ante la frialdad del toque, existe la sublimación regresiva o deposición, que convierte el vapor de agua en escarcha. Esperemos que la frialdad nunca toque nuestros corazones, trabajados en el aprecio de las artes, el desarrollo de la voluntad e intuición y nos aterrice en la frialdad de nuestra propia realidad, plenamente material y sin capacidad de volvernos a sorprender, perdiendo las facultades que hemos estado desarrollando en esta institución durante muchos años.
Empero, ya en retrospectiva, creo que la realeza que embarga mi ser, al encontrarse mis facultades aún en desarrollo, al no haberse alcanzado su plenitud, bien pueden ser denominadas de un príncipe, visto como eufemismo por mi estado de imperfección.
Aporta el hecho de que se denomine a este grado “administrativo”. Si revisamos la etimología de la palabra, recordemos que proviene de “ad minister”, es decir de estar al servicio de los demás. Es justo que una vez habiendo recorrido tantos escalones de la carrera masónica, volteemos hacia los demás, con mayor sinceridad y conciencia que cuando nos dijeron en la exaltación a M:. Mas:. que deberíamos de preocuparnos por enseñar al ignorante, combatir al ambicioso y desenmascarar al hipócrita, lo cual no siempre lo ejercimos en plenitud, ya que nos dedicamos a seguir la carrera filosófica. Considero que es un buen momento para retornar a consolidar lo aprendido durante este vasto capítulo, como preparación para la realeza que implicaría la obtención del último grado del R:.E:. A:. y A:., el cual nos quedaría muy grande si no fuésemos ejemplo viviente de todas las enseñanzas que hemos recibido en esta larga carrera, constituyéndonos de esa manera en guardianes de la pureza del Rit:. con nuestras acciones cotidianas, preponderantemente. El ejercicio del ministerio implica ser para los demás en la proporción en la que hemos recibido de la Mas:.
La mónita del Gr:.
“Soldados de la Luz, de la Libertad y de la Razón Pura: el pueblo y la Masonería”.
Los trabajos tienen por objeto el desarrollo del poder colectivo de la Orden; se demuestra en ellos que el porvenir de la masonería encierra el porvenir de la humanidad, y que reclutar masones entre los mejores y los más poderosos, organizar por todas partes talleres masónicos y asegurar siempre la cooperación armoniosa de todos a la realización del sublime fin de la masonería es prestar a la humanidad los más gloriosos y los más importantes y señalados servicios, dignos de muy justa y calurosa alabanza.
Hermosa en verdad, aunque muy distante de la realidad en nuestra sociedad actual. Recuerdo que durante el burilado de mi más reciente Col:. Gr:. de Cab:. Kad:. encontré que en la Mónita del 24º se señala la imperiosidad de establecer una educación para la sociedad que forje masones sin mandil. Si esto se hubiera ya realizado, sería sencillo reclutar masones de entre ellos y organizar talleres masónicos en la actualidad. En la práctica, es muy complicado invitar personas a la masonería, debido a innumerables razones sistémicas. Esto me lleva a la reflexión respecto a cuántas personas he invitado a la masonería, a cuántos hermanos he invitado a regularizarse, a exaltarse, al filosofismo, al ajefismo, a la masonería femenina, etcétera. Si mis cuentas no fallan, cerca de 90 invitaciones que me han sido aceptadas, de varios cientos que he realizado. Sin embargo, esto no ha bastado, porque como Sub:. Pr:. del R:. S:. aun no he hecho siquiera una invitación al ajefismo. ¿Acaso ya no me interesa? Es materia de una introspección más profunda.
Mi Exaltación.
Una crónica no bastaría. Mi exaltación no comenzó hoy, ni hace ocho días. El proceso comenzó desde que reuní los requisitos, desde que recibí el 30º y fui burilando Col:. tras Col:., asistiendo y recibiendo obstáculo tras obstáculo para acceder al Cons:. La paciencia y prudencia que debí de ejercer desde un principio, fueron las limitaciones para ser acreedor a recibir este Gr:., sin duda. Sin embargo, creí firmemente en que un Cab:. Kad:. debía de ser puro en sus intenciones y con la misma energía que se pisan una tiara y una corona, se debería de defender la pureza de la comunidad masónica incluso a costa de la dilación de mi propia carrera. Porque yo no quise ser como los fantasmas de los Kkad:. que susurraban en la ceremonia de Ex:. al 30º, lastimeros y llenos de amargura por no haber tenido el valor de hacer lo que su conciencia les dictó en su momento.
Hay quien dice que este grado cierra el ciclo de los Ggr:. de Kkad:., en contraposición con aquellos que señalan que es de índole meramente administrativo. Recuerdo que Robert Greene dice que un rey se respeta a sí mismo e inspira ese sentimiento en otros al actuar de manera regia y confiada, porque con ello uno parece destinado a ceñir una corona. Esa lección la vinculo con la praxis del Cab:. Kad:. , congruente, digno y puro en el actuar y viene ahora a preparar la cabeza de un recién investido príncipe durante los años que durará este proceso de purificación y preparación.
Les comparto asimismo que esta ceremonia ha logrado conmocionar mi ánimo lo suficiente como para haber retornado un poco mis facultades psíquicas y mi incesante búsqueda en el plano astral de lo extraviado en estas cuatro dimensiones. Este mes que ha transcurrido ha sido sumamente intenso al respecto, abriéndose una vez más una puerta que creía cerrada, como una mina agotada y vedada por mis vicios e imperfecciones. No cabe duda que a cada paso que se da en este plano, corresponden otros tantos en otros planos superiores.
Respecto a la ceremonia, percibí una ceremonia sobria, con simbolismos sumamente cargados y difíciles de interpretar a primer vistazo. Una instrucción litúrgica muy encaminada hacia el mazdeísmo, sin contribución de alguna otra cosmovisión prácticamente, lo cual me hace dudar profundamente y permanecer hasta el momento en alerta, ya que considero hay demasiadas advocaciones y símbolos que tienen diversos orígenes como para tomarlos textualmente. Por ejemplo, solamente de una de las palabras sagradas tomo como ejemplo a “salix”, que es un anagrama, pero que por sí misma significa sílice, cuarzo, y también es sauce, álamo. El nombre es arquetipo de la cosa, decía Borges. De ello infiero que hay mucho por leer, interpretar y burilar. Acepto gustoso el reto que ello implicará durante los próximos años y al cual dedicaré los mejores esfuerzos de mi vida masónica.
Y ahora, ¿quién soy?
Creo que soy el mismo ser, con más responsabilidad que aquel que fui cuando recibí los Ggr:. Precedentes. Estos cuatro años que permanecí en el grado anterior me sirvieron para cambiar mi perspectiva de la masonería y ahora he determinado asumir este compromiso de acudir una vez al mes con mayor intensidad que el resto de mis compromisos masónicos, porque es el momento de trabajar en construirme como Sub:. Pr:. del R:. S:., y no de ostentar los demás sin comprender el que acabo de recibir.
Ccamp:. de Morelia, Michoacán de Ocampo, a 16 de mayo de 2010, E:.V:.
Fraternalmente,
domingo, 16 de mayo de 2010
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