domingo, 31 de enero de 2010

Memorias de un aprendiz.

Tengo treinta y un años, ya les he dicho eso.
- No, hermano, ¿Qué edad tenéis?
Tres años y más. Aunque comprender los tres años, me ha tomado diez, por ahora.
¿Qué cuánto llevo aquí dentro? Dicen que voy a cumplir diez años.
En esencia, sólo deseo ser un buen aprendiz de masón, no de masonería, sino de masón.
Voltear hacia el pasado nos convierte en estatuas de sal. Ser el salario de quienes nos alcanzan. Voltear hacia el pasado es desperdiciar el presente y menospreciar el futuro. En un inicio de ciclo, quizás sea impensable esto, siempre se hacen exhortos, cúmulos de hermosos deseos y poéticas evocaciones para el resto del año, que lamentablemente se olvidan con el paso de 11 meses, para renovarse al siguiente.
Por ello, considero que tal vez, sea éste el momento de dejar de correr, mirar hacia atrás y comenzar a caminar, sin la preocupación por llegar pronto. Al contrario, ahora creo que el tiempo es mi amigo y mi aliado, ya que le ha incorporado ritmo a mi sendero.
Los tres años para mi, son más que simbólicos. Fue la misma edad a la cual aprendí a leer y a escribir, a hacer las operaciones básicas. Fue también, la edad de la cual tengo mis primeros recuerdos. Por ello, tal vez, siempre he tenido tres años. Y más en la masonería.
Dice un viejo proverbio argentino que aprendiendo de lo ajeno, se construye lo propio. Incontables horas le he dedicado a la Or:. He leído muchos libros y entendido apenas pocos párrafos. He asistido a muchas tenidas, pero conservo pocas luces. Muchos me reconocen como tal, pero pocos me conocen tal como soy. Ciertamente, mis vastos defectos y enemigos han aflorado durante el sendero. Cómo conocerlos sin transitar por este camino. La masonería se ha convertido en una compañera de mi vida, en parte de mí, e imperceptiblemente le he cobrado mucho cariño a esta actividad.
Un estudio que cité hace algunos ayeres, dice que nadie ha hecho algo que valga la pena sin haberle dedicado al menos, 10 años a tal obra. Hemos tenido muchas otras opciones, pero estoy aproximándome a esa edad. Tal vez sea momento de aportar, no de extraer y nutrirme de lo que me convenga, como muchos masones light hacen. He encontrado amigos aquí dentro, algunos amigos de fuera, han entrado.
Sin más, les platico una reseña de mi carrera – carrera contra qué, o contra quién- masónica, con ánimos de compartir lo que he visto y vivido con una óptica de aprendiz de masón.
En el 2000 se me hizo iniciar. JRM hubiera sido mi madre Logia, la cual dejé de considerar por irme a una donde a otro Q:.H:. si lo aceptaran: C62. Asumí a la amistad como el sendero individual. Nos entrevistaron en conjunto, junto a un ajedrez gigante.
Creo que me hizo daño darme cuenta que, en contraste con lo que leí en “Los Grandes Iniciados” u otras obras de consulta rigurosa, los masones no duraban toda su vida en obtener grados, sino que personajes asaz oportunistas conseguían escalar rápidamente.
2001. Me concentré en el Trab:. Como Apr:. WH me apoyó, logré conseguir el aumento de salario tras un examen incierto. Me dijeron que ya no tenía tres años… y comencé a creerlo.
2002. Fui exaltado al grado de Maestro, en una ceremonia emotiva. Me sirvió para entender que se puede ser maestro y ser aprendiz al mismo tiempo. Sin embargo, ahí comenzó la angustia. Una vez más, mi edad se modificó. Maestro, de quién? Para quién? Nadie me reconoció como me lo hubiera imaginado. Mientras tanto, parecía olvidárseme que seguía teniendo 3 años.
2003, entré a los grados filosóficos, recomendado por FL, a quien no volví a ver en esos escenarios, en mucho tiempo. Hermosas ceremonias, en las cuales aprendí poco, muy poco. Los años, con los grados se siguieron incrementando. La antigüedad un poco, la madurez quien sabe.
2004, fui elegido como Secr:. Fui propuesto como Pres:. de la Gr:. Com:. de Grupos AJEF. Fui, asimismo, Pr:. Vig:. de la R:. L :. S:. C62 . Demasiados honores para tan pocas luces. La pregunta se hacía cada vez más fuerte: Esto para qué sirve? Una voz me dijo: te falta ser asertivo, no lo comprendí sino mucho después, aunque tal vez no lo he terminado de asimilar.
Ahí, inmerso en ese mar de símbolos complejos, embadurnados y cuasialeatoriamente colocados, contemplé que no todos buscaban la iniciación.
2005, entré al Sob:. Cap:. Ros:. V86. Aprendí varias cosas. Conocí a AA, quien con su mirada penetrante, maliciosa y cansada, me impregnó de alegría en aquel instante, al verlo opulento, sin duda, en buena medida, por lo que abrevó de la Orden.
Fue un grado hermoso, que me hizo retomar el gusto por la esencia de la masonería, por esa que dicen se esconde tras el secreto masónico.
En verdad parecía desear ingresar a este Cap:. Lamentablemente, la urgencia por recibir grados me alejó de trabajarlo cual debe de ser. Hasta la fecha, la falta de congruencia de los demás, me ha servido de parapeto para comprometerme a trabajar ese grado.
La edad masónica ya rebasaba por mucho mi edad profana, sin embargo
2006. Fui V:.M:. de la R:.L:. S:. C62. En particular, recuerdo mucho el acto del bicentenario de Juárez, que una vez terminado, celebramos nuestro aniversario en un muy concurrido evento. Fue bueno organizar algo, la “Raza de Bronce” me cimbró por completo.
Ahora, qué pensará Juárez ante tan engolados homenajes, vistos desde el Et:. Or:. y que incluso celebramos el día nacional de la Masonería en la misma fecha en que él se inició. Adular al hermano es antimasónico, y se realiza con cotidianeidad.
Me concedieron el honor de convertirme en Cab:. Kad:., con una edad que difícilmente mi cuerpo físico alcanzará en este plano existencial.
2007. Estuve como Gr:. Sec:. Me empecé a dar cuenta de la gran cantidad de trabajos que hacemos los masones en los cuales no hay palabras ni pensamientos propios, ni una opinión vertida. Muchas ceremonias no las comprendí. Las sombras de la venganza aparecían constantemente en C62, no había cómo sustraerse de ello. En un afán de conservación de un grupo que podría derrumbarse, refundamos este taller.
2008 Fui investido como Gr:. Sec:. Tit:., por unanimidad de una Gran Asamblea. Después entendí que no vale mucho tal aclamación. Me volvieron a elegir Sap:. M:. de la S:.L:.C:. de Perf:. “R95. Que curioso, veo a la distancia. Tal vez nunca comprendí lo que era ser iniciado, pero ya estaba figurando como el encargado de resguardar la historia reciente de la masoneria de la entidad.
En el 4 -14, estuve en paz con R95, lo suficiente como para decir que le devolví lo que me brindó. Por ello, anuncio mi retiro con un año de anticipación.
2009. Me cambié de taller en el grado 30. Regresé a escribir trazados. Logré escribir 16 para MO, lo cual me dio mucha alegría, a pesar de todos los traspiés del año.
Mi vida cambió mucho en estas épocas, lo cual ayudó a darme cuenta de lo apegado que me encontraba a la masonería, y que, en cierta forma, convertí a la Or:. en una especie de “pluma de Dumbo”, que me permitía aterrizar mi pensamiento y conducta. Lograr ser consciente de ello fue materia de muchas cavilaciones.
Trabajé en otro Or:. sin más pretensiones que ser guardatemplo. Llevé algunos trabajos, sin pena ni gloria, en realidad. Faltó más fuerza y firmeza al recorrer el camino, para lograr terminarlo.
Entendí mucho de la impulsividad con la cual trabajé tanto masónica como profanamente, sin preparar las cuestiones, basándome mucho en una intuición plenamente mermada por el ego. En cierta medida, tal desequilibrio se manifestó finalmente.
Tal vez una de las mejores lecciones que me quedaron de este año, fueron en la última tenida en la cual estuve presente en ese ciclo, en la que interpreté a un fantasma del pasado que persigue a los masones exhortándolos en la cámara de reflexiones respecto a dominar sus vicios e imperfecciones, tal y como lo describe Charles Dickens en su Cuento de Navidad. Finalmente, ese año no tuve cena de solsticio. Tal vez la renovación aun no llega, sigo en los días oscuros, esperando el retorno del sol invicto, que señale que he retomado mi sendero espiritual.
2010. En este año presenté mi solicitud para ser exaltado al 32º.
Mi vida profana cuenta mucho en mi nueva logia del filosofismo. Nadie es profeta en su tierra, dicen, y parece que mi llegada a este nuevo cuerpo, ha sido a tambor batiente, me consideran mucho y me respetan por la trayectoria. Nada más lejos de lo mejor para mí.
Es necesario que lleguen aquellos que nos hagan hacer lo que mejor sabemos, y en esta ocasión, quien ha arribado a mi vida es la motivación impersonal por seguir en la masonería, a pesar de haber bebido de los líquidos amargos y dulces en abundancia. Mi edad, se modificará una vez más. Pero esta vez, no cederé: yo tengo tres años.
Me propuse entregar al menos 20 Ttraz:. en la R:.L:.S:. MO y asistir al menos el 75% de las sesiones. Espero cumplir con eso. Ni hablar, los derechos se ganan. Hay que trabajar para tenerlos.
Tal vez lento, tal vez a destiempo. Siempre dudando de todo, evitando dudar de la duda, aceptándola como propia.
Las lecciones, son muchas, entre las principales, ser más asertivo, saber hasta dónde y por qué hago las cosas. No todo el que se dice tu hermano es tu amigo. Existen Caín y Abel, y podríamos desconocer si cazamos, recolectamos o portamos una quijada de burro.
Temporalmente tal vez dejen de ser verdaderos mis derechos masónicos, pero mis deberes estarán en mi conciencia siempre, para motivarme o reprenderme, y normarán mi conducta. Por ello, pienso que de la masonería solamente me separará el olvido. Sólo cuando nos conozcamos a nosotros mismos, lograremos ser quienes estamos llamados a serlo, al menos conscientemente.
Por ello, sé que de nueva cuenta, quiero aprender a tener tres años, a conocer las primeras letras, a escribirlas y a tomar las herramientas necesarias para desarmar mi bicicleta, fundiendo mi presente en el crisol de la memoria, para que sean frescos de nuevo, y que los rostros que me rodean, sean mis primeros recuerdos. Y sembrar esa semilla que crecerá como en un frasco con algodón, que tal vez, si no se le transplanta a tiempo a tierra fértil, morirá de inanición.
Tal vez no aspiro a ser como el águila que se renueva, sino a ser una semilla que echa raíces, hasta crecer y brindar la sombra que tanto aprecié y me cobijó durante el tiempo que tuve tres años, sin saberlo. Los ojos no pueden ver lo que no está en la mente.
A la vez, asumir que estoy maduro para seguir adelante, libre de preocupaciones.
Es cuanto.

Frat:.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Me parece una interesante retrospectiva. . . y ahora?