La proximidad entre masonería y noética es bastante, sin embargo no son la misma cuestión, aunque por momentos Dan Brown parecía hablar de lo mismo. En la lectura de “El Símbolo Perdido”, popular referente respecto a la Mas:., me encontré con que se menciona reiteradamente la palabra “noética”, de la cuál manifiesto mi desconocimiento, ya que solo tenía una vaga concepción de la misma. Debido a que durante la lectura del citado thriller, consideré que no me permitió contextualizar satisfactoriamente el citado concepto, me propuse realizar una pequeña investigación al respecto, de la cual presento sus resultados en el presente Traz:.
Comencé por darme cuenta de la gran cantidad de referencias en Internet que ya mencionan la relación de la noética y la masonería. Asimismo, constaté que las relacionan de manera superficial, en el sentido de ser una suprarreligión, de poseer secretos inefables e inalcanzables para el resto de la humanidad. Más aun, hay un sitio que se autodenomina “Instituto de Ciencias Noéticas” , en donde me di cuenta de que la famosa película ¿What the bleep do you know? - ¿Y tu qué sabes?- fue producida por el IONS. Ello me desangeló un poco, pero al final del trabajo de recopilación documental, me di cuenta de que la película no es sino un cúmulo de sucesos marginales que no han terminado de ser explicados rigurosamente por la ciencia, pero tampoco son suficientemente claros, repetibles y perdurables en el tiempo como para poder considerarse enigmas de la ciencia.
Existen diversas definiciones de noética, principalmente relacionadas con denominar así, a todo lo que tiene que ver con el pensamiento. Principalmente aquel que es objetivo e ininteligible.
Hay quien se aventura a denominarla ciencia, para quienes noética es la disciplina científica que investiga la naturaleza y potenciales de la conciencia, empleando para ello múltiples métodos de conocimiento, incluyendo la intuición, el sentimiento, la razón y los sentidos. La ciencia noética explora el mundo interior de la mente (la conciencia, el alma, el espíritu) y cómo se relaciona con el universo físico.
De acuerdo con Gardner, la noética está presente en los procesos neuropsicológicos, y define a la conciencia autonoética, la cual se relaciona con la memoria episódica. Se refiere a la conciencia del pasado concebida como el auto-recuerdo en el proceso de reactivación de los acontecimientos vividos. Es la conciencia relacionada con el proceso de "recordar", activo y personal (remembering o self recollection). Por otra parte, también menciona que la conciencia noética se relaciona con la memoria semántica. Se refiere a la conciencia del pasado relacionada con la vivencia o sentimiento familiaridad o de "conocer" (knowing) .
Hay que mantener en todo momento claro el hecho de que noética proviene de “nous”, intraducible, pero que significa simultáneamente inteligencia, conocimiento y espíritu. Implica un conocimiento explícito e inmediato, interior, inherente al espíritu, que sabemos que es una cualidad inmanente propia, el halo de soplo divino que radica en nuestro ser.
Víctor Frankl, padre de la logoterapia, autor del excelente libro “El Hombre en Búsqueda de Sentido”, que en mi adolescencia fue uno de los faros que me iluminó el camino a seguir, menciona que el hombre tiene una dimensión noética, que implica dos capacidades, la de autodistanciamiento, que nos permite la autocrítica, al posibilitar vernos como una tercera persona y la de autotrascendencia, que nos lleva a orientarnos hacia el sentido de nuestras vidas.
Visto así, mientras mayor sea el espesor noético de una persona, más profunda es su capacidad conceptual, más rica y variada su emocionalidad, más fina su sensibilidad, más amplio su mundo y mayor el dominio de sus circunstancias.
Hay quienes hablan de que la humanidad vive actualmente una revolución noética, en la cual los paradigmas serán el talento, la creatividad, la imaginación, la intuición y la capacidad de transmitir ese conocimiento mediante una nueva educación.
Hay quien habla de que la Moral es una estructura noética, un paradigma, un conjunto de constructos o categorías que la educación se encarga de transmitir de generación en generación. Visto así, la masonería estudia las estructuras noéticas, en sentido estricto.
Sin embargo, la acepción que recoge Brown está relacionada con los efectos que tiene la mente en nuestro entorno. Las denominadas ciencias noéticas parecen estar profundamente ligadas con lo paranormal, con las cuestiones que no tienen aún una explicación satisfactoria. Por tanto, es un campo minado discernir adecuadamente. El conocimiento carece de cuestiones que mencionaba alguna vez Augusto Comte, un método propio, un área específica y leyes enunciadas. Definitivamente hay que tener cuidado con abrazar al conocimiento no probado como propio y cierto y más aun, tener pies de plomo con las organizaciones que auspician o se benefician de la popularización de las denominadas ciencias noéticas.
Sin embargo, hay que recoger lo valioso de esta lección, en el sentido de buscar el desarrollo de nuestra conciencia y robustecernos noéticamente, desarrollando nuestra capacidad de abstracción e intuición, de tal forma que nuestra amplitud de facultades noéticas sea lo mayor posible.
Por otra parte, en la empresa que se impone el lector del Símbolo Perdido, debería de haber cuestiones intrapersonales que nos permitan dotar a este libro de un significado especial, tales como:
¿En qué parte de la logia hay un símbolo perdido, algo que no conozcamos y que debamos trabajar? En qué columna se encuentra?
¿En qué aspectos de nuestras vidas existen objetos olvidados, personas ignoradas, un anciano, un niño, un compañero de trabajo, asuntos postergados, que poseen un significante o vehículo, una forma física, tan importante como el significado, que espera por nosotros para reinterpretado vivencialmente y que nos brinde lecciones de vida que permitan que al menos, el destino de nuestras propias vidas, se modifique favorablemente?
Asimismo, vale la pena saber si en verdad existe un secreto en la masonería que puede llevar a transformar nuestras vidas, e involucrarnos comprometidamente en la búsqueda, que emprenderemos como el sibarita investigador de la novela, con minuciosidad y disposición a encontrarnos con lo desconocido. Deberemos poner especial énfasis en buscar descubrir lo que puede transformar nuestras vidas, ya que en ello, considero, estriba en buena medida el secreto masónico, y conocerlo es en buena medida, un motor de la avidez con la cual recorreremos nuestra carrera masónica.
Por otra parte, al discernir adecuadamente, nos daremos cuenta de que la relatividad de lo seudomasónico vuelve en muchas ocasiones ambigua a la moral masónica y los principios articulados una y otra vez. Hay que tener especial cuidado con la metafísica y el new age, ya que nos acercamos a la Masonería porque pretendemos conocernos, conocer nuestro entorno, y por ello osamos emprender la búsqueda de un sistema de símbolos develado por alegorías que nos acerque a conocernos.
Sin duda, la invitación a estudiar las ciencias noéticas, a contemplar una realidad paralela a la oficial, es interesante, y al menos, nos entretiene. Es un comienzo en el camino hacia un saber noético, alma-inteligencia y espíritu juntos en la búsqueda de nosotros mismos, que deberá de dejarnos múltiples lecciones, experiencias y satisfacciones.
El Símbolo Perdido es en suma, un libro que invita a saber más, ya que aparte de los múltiples breviarios culturales que aparecen en el mismo, en el libro el suspenso flota alrededor de la revelación de una ciencia verdadera que responderá a las preguntas del triangular masónico.
Está en nuestras manos elegir un camino de ilusión, divertirnos con las teorías de conspiración, que adquiere mayor sentido ante la cantidad abrumadora de alabanzas y potencialidades supremas que conocemos los humanos y que nos manipulan cotidianamente. Todas estas manifestaciones son también un humanismo apologista, de ello se abusa constantemente en la masonería, por ello desconfiemos como logia, como masonería universal y como individuos, de los autoelogios que emitimos hacia el género humano, para ello, deberemos estar tan ciertos de ser noéticos en el sentido frankliano como alejados de ser ligeros en el rigor de nuestro pensamiento.
Or:. de Morelia, Michoacán, a 30 de enero de 2010, E:.V:.
domingo, 31 de enero de 2010
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