sábado, 12 de septiembre de 2009

La Congruencia.

La palabra congruencia proviene del latin congruens, que es traducida como conveniencia u oportunidad. Curiosamente, congruentia, más aproximada a nuestra palabra en castellano, es plural, y se traduciría o interpretaría como oportunidades.

Existen diferentes definiciones de congruencia. En Derecho, en donde el proceso debe de ser dirigido en todo momento hacia dónde fue formulada la acusación, y existir correspondencia entre la sentencia y la acusación. En geometría, implica la semejanza entre objetos.

En términos de congruencia humana, hay quien dice que la congruencia en un ser humano es el acuerdo existente entre las metas que una persona se plantea y las que están siendo alcanzadas. Ser auténticos, decir lo que se piensa y actuarlo en la misma línea. Ser uno mismo, tener una sola cara, etc.

Bajo mi criterio, me quedo con una definición elaborada a través de la concepción etimológica del término, en donde al término congruencia lo interpreto como la alineación de la suma de oportunidades y fortalezas que aparecen en los diferentes planos de nuestro ser, para la realización de nuestros genuinos objetivos de desarrollo personal.

En abono a ello, puedo decir que podemos alinear nuestra fuerza, nuestra astucia, nuestra inteligencia, pero cuando algo no pasa el tamiz de nuestra conciencia, jamás podremos realizar tal acción y conseguir la anhelada congruencia. Si es que somos capaces de anhelarla en esos momentos. Considero que cuando no tenemos todo nuestro ser volcado hacia alcanzar un objetivo, no es plausible siquiera desearlo con la vehemencia suficiente como para en nuestro interior desear ser capaces de ser congruentes y apelar a todo el poder del que somos capaces para conseguir lo que nos proponemos.

Es entonces que apagar nuestra conciencia nos sitúa en una posición reactiva, la cual difícilmente podremos superar si no nos apegamos a sus dictados. Es entonces, una virtud que es resultado de una conciencia evolucionada, para lo cual debemos de buscar alcanzar tal nivel de la misma, que nos permita ser conscientes de nuestra incongruencia y de la necesidad de ser más conscientes.

Entonces seremos capaces de desarrollar un principio de congruencia entre nuestros deseos, pensamientos, emociones, acciones, palabras, recuerdos, sueños y demás.

Asimismo, recordemos que congruencia, etimológicamente también es conveniencia. Es conveniente ser congruente, para poder maximizar nuestros recursos y dirigir nuestra energía hacia una misma dirección, sin divagar o esforzarnos por caminos equivocados.

Esa conveniencia que nos arroja a virtudes como la eficacia, la discreción, el ser útiles a la utilidad, nos es plausible cuando efectuamos las cosas en comunión entre nuestros centros de energía, alineados hacia una sola finalidad.

Hay quien la considera una sensación, un estado de bienestar interno bajo el cual sentimos que obramos bien, que un maestro secreto nos conduce por el camino del trabajo productivo, y nuestro ego se ve rebasado y anulado por la magnitud de nuestra obra.

Entonces es que se aparece ante nosotros un objetivo, una visión por alcanzarse, por la cual hay que esforzarse con todo nuestro ser para lograrla. Una sensación de que se está transitando por el camino de la trascendencia. En esos momentos, la nobleza de nuestras intenciones entonces fluye mágicamente; las sinergias aparecen como manos que nos acarician e impulsan a seguir adelante. Tal pareciera que un insondable espíritu de vida se apoderase de nosotros y conminase a la naturaleza y a la sociedad a facilitarnos el camino de la trascendencia.

Recapitulando, es congruente o no se es. Suena maníqueo, pero debe de poseerla aquel buscador de la verdad, o al menos conocerla conceptualmente, para poder desear poseerla, de lo contrario, quizás sea mejor ni siquiera citarla y habremos trabajado en vano.


Pensando en ese sentido, caer en la incongruencia es poner en movilización todos nuestros guerreros internos y convertir nuestro ser en un campo de batalla en donde los antagonismos nos impedirán alcanzar nuestros objetivos y ser felices.

Ser incongruentes es sabotearnos diariamente a nosotros mismos. En la masonería, es jurar muchas máximas que jamás serán verdaderas en nuestra vida. Que jamás testimoniaremos con nuestro ejemplo, para los demás y para nosotros mismos. Estaremos convirtiéndonos en cuadros negros, que impedirán la reflexión de la luz hacia los hermanos más jóvenes, el futuro de nuestras logias.

Visto hacia afuera, recordemos el concepto de que la congruencia es, en geometría, la propiedad de las figuras y cuerpos geométricos, que aunque estén girados, reflejados o trasladados, siguen siendo semejantes entre sí. Arte Real es la citada ciencia, que debería de permitir reconocernos en el mundo profano y en nuestros trabajos. Vislumbro el mundo profano como un lugar de encuentro en donde vistos desde la distancia, sea fácilmente reconocible un querido hermano –émulo de un triangulo, por ejemplo- y discernible de un profano, por el mero principio de congruencia.

Finalizo recordando que lograr congruente es también ser auténtico, es ser uno mismo con espontaneidad y naturalidad. Es mostrarse a los demás sin pretensiones ni defensas. Congruencia significa correspondencia entre lo que un masón piensa, siente y hace. La congruencia incluye ser uno mismo, aun en formas que no son consideradas como las mejores o ideales en psicoterapia, sino como todos los elementos de nuestro ser, entre nosotros los masones, como nuestra conciencia masónica nos lo dicta. Entonces, los sentimientos y pulsiones con libertad, se pueden examinar e integrar en la experiencia de cada individuo.

Mis queridos hermanos, tenemos que ser congruentes, tenemos que ser eso, y más, porque solo juntos construiremos una logia de ganadores y ganadores para nuestra logia, y habremos de aprovechar de esta manera, nuestra congruencia masónica en beneficio de nuestra integralidad como seres.

Or:. de ___, a 12 de septiembre de 2009, E:.V:.

Frat:.


Masón de Pants

¡Es Cuanto!

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